Nadia
La sensibilidad nacional perdió pie con el confinamiento. La sociedad que aplaudía en los balcones nunca exigió un minuto de silencio («padrenuestro de la nada») por los tráiler de la muerte que de noche llegaban a los hospitales para llevarse los cadáveres. -Sin cadáver, no hay crimen -se diría el gobierno, que escondió los muertos como el alcalde de Madrid esconde los crucifijos o el nombre de Plácido. El Régimen ha amanecido con un Orinoco triste paseándose por sus ojos porque la hija de Calviño... Читать дальше...