En el diván con Dostoievski
Toda la obra de Dostoievski, con sus personajes torturados por pulsiones contradictorias, indaga en la incapacidad del intelecto para adentrarse en las almas ajenas. Esa experiencia atraviesa 'Orgull', un relato que cautivó a Andreu Benito y que ha llevado adelante Oriol Broggi con la adaptación dramática de Ramon Vila, a partir de la traducción del ruso que Miquel Cabal Guarro tituló 'Manyaga'. Crítica de teatro 'Orgull' Autor: Fiódor Dostoievski. Traducción: Miquel Cabal Guarro. Dirección: Oriol Broggi. Dramaturgia: Ramón Vila. Escenografía: La Perla 29. Intérprete: Andreu Benito. Lugar: Biblioteca de Catalunya 4 El personaje que encarna Benito aparece a media luz: la tonalidad macilenta con las arcadas góticas de la Biblioteca de Catalunya realza la atmósfera del confesionario. La confesión: haber llegado tarde a expresar sus sentimientos a una mujer que le podría haber amado. Regente de una casa de empeños, la conoció entre su triste clientela -ella necesitaba dinero para huir de una familia que la esclavizaba- y se casó con ella. Todo podría haber ido bien si él no se hubiera encastillado en el orgullo: si las palabras afectuosas se hubieran impuesto a la estúpida exhibición de la autoridad que le otorgaba haber librado del arroyo a su joven esposa. Pero las palabras cálidas no llegaron y la relación se fue tornando gélida por su pertinaz silencio hacia aquella mujer que de vez en cuando, como de forma clandestina, susurraba una canción que, de buen seguro, ya no debía ser para él. 'Orgull' condensa en una hora todas las obsesiones del autor de ' Crimen y castigo'. Y en esa hora Andreu Benito metaboliza cada momento de la aciaga vivencia de ese personaje que pudo ser feliz, se resistió a la felicidad y cuando quiso enmendar su error ya era demasiado tarde. En la butaca sobre el suelo terroso, con una mesa y unas sillas distanciadas en un amplio espacio escénico que acentúa la soledad y propicia la descarnada introspección, el protagonista narra cómo resistió los embates de la miseria… Pero lo que ese orgullo de la supervivencia a la adversidad podría atesorar como cualidad deviene en una incomunicación que coarta la posibilidad de amar: esa caricia, la palabra afectuosa que nunca se pronunció. MÁS INFORMACIÓN noticia No Por qué leer a Dostoyevski Un texto duro y necesario. 'Orgull' confronta al espectador con sus más íntimas frustraciones sentimentales. Como si Dostoievski nos hablara desde el diván de un psicoanalista.