A Primoz Roglic lo esperaban en la meta su mujer, su hijo y el maillot rojo. El esloveno agarraba los dedos de la criatura vestida con una camiseta de Jumbo Visma mientras hacía rodillo después de su exhibición en la contrarreloj. Era lo esperado, Roglic se limitó a cumplir las previsiones. Multiplicó los segundos hasta convertir los seis que tenía Nairo Quintana de ventaja en tres minutos a su favor. Era el mejor contra el reloj y no había duda de que saldría primero de Pau. Las dudas las presentaba la resistencia de los demás. Читать дальше...