La última cabina
Algún amigo excéntrico tiene en su casa una de esas cabinas de teléfono rojas del Londres antiguo, de la que parece que en cualquier momento van a salir Petula Clark en minifalda o Alec Guinnes con su gabardina de espía camino de Cambridge Circus. Todavía quedan algunas por la capital británica, más que nada como icono turístico, y en otras pocas ciudades europeas resisten en número mínimo como punto de carga de emergencia para móviles y demás dispositivos. En España ya es casi imposible encontrarlas más que en algún pueblo semivacío... Читать дальше...