Valoración de ABCPlay
Parece sencillo, pero lo que logra «La inocencia» es algo que solo consigue el buen cine
Federico Marín Bellón
La debutante Lucía Alemany confiesa su candidez desde el título, pero lejos de plantarnos la típica película primeriza, exhibe en «La inocencia» un bonito muestrario de talentos. Su aprendizaje sobre la marcha cuenta mucho más de lo que se aprecia a simple vista, en un andamiaje apuntalado por la fuerza de unos intérpretes de raza. Laia Marull y Sergi López son dos padres de manual que luchan para no acartonarse en el tópico, como Sonia Almarcha en otro papel relevante.
Pero el centro de todo es Carmen Arrufat, quien da vida a una adolescente que aspira a ser artista de circo, un sueño por supuesto incomprendido, como en los tiempos de «Zampo y yo». Alemany se lleva la historia al municipio castellonense de Traiguera. Podría haber elegido casi cualquier otro, pero la directora demuestra lo bien que conoce el terreno que pisa su aún más joven protagonista, un ecosistema opresivo y saturado de chismorreos, donde a la chica le cuesta crecer y respirar.
Arrufat, con una interpretación tan real que asusta, tontea además con un chico algo mayor que ella –inquietante Joel Bosqued–, que no pasaría ningún filtro paterno. Sin contar nada extraordinario, la película clava ese ambiente verbenero rural e instala en la espina dorsal del espectador una serie de alertas que lo llevan a involucrarse con el pequeño gran drama que se desarrolla ante sus ojos. Parece sencillo, pero lo que logra «La inocencia» es algo que solo consigue el buen cine.
Le falta a la historia, si acaso, un guion más complejo, sorprender con una resolución memorable. De Lucía Alemany nos queda por ver si será capaz de dar el difícil salto a sus siguientes títulos sin perder la frescura, sin dejar que el artificio empañe su saber hacer con las imágenes y las palabras, en este caso ayudada por la coguionista Laia Soler.