Durante mucho tiempo se ha repetido que si la Iglesia perdió en el siglo XIX a los obreros y en el XX a los intelectuales, ahora no está dispuesta a perder a las mujeres. La revolución silenciosa del feminismo ha dejado de ser silenciosa, pero no revolución. No ha abandonado la pretensión de convertirse en un paradigma cultural hegemónico. Lo que sigue sorprendiendo, al menos en España, es que, en la esfera pública, la propuesta cristiana vaya casi siempre al rebufo de la iniciativa y de las corrientes de opinión de otros. Читать дальше...