“Guajira, echa pa cá. Vamos a conversar un rato”
“Guajira, echa pa cá. Vamos a conversar un rato”. Y me arrastraba a la sala, se acomodaba en el sofá y comenzaba a soñar. Porque Camilo era un soñador. Por ocho años fuimos juntos tras algunos anhelos que logramos realizar como aquel viaje a Argentina persiguiendo las huellas de la infancia y la juventud de su padre.