La valentía de Xavi
Tiene en la cabeza el estilo de juego que gusta a la afición culé y está introduciendo sus propios matices. De momento, su equipo es menos tocador y más vertical. Y necesita más control y mayor protagonismo de los interiores pero se nota que está buscando esa combinación perfecta entre la pausa y el vértigo. Es consciente que debe mejorar el sistema defensivo. No quiere encorsetarse en un solo dibujo táctico, prefiere un equipo versátil, con identidad propia, pero con diferentes planes en función de los jugadores que tiene y del rival. En eso tiene ventaja respecto a entrenadores precedentes a los que, a la mínima, se les acusaba de traicionar las esencias de <b>Cruyff</b>. Ha trasladado su ambición y exigencia a todos los estamentos del club hasta conseguir una fantástica plantilla. Conoce perfectamente el difícil entorno del club. Y, como se vio en San Sebastián donde no alineó a ninguno de los capitanes, está dispuesto a romper las jerarquías, olvidarse de la diplomacia y regirse por la meritocracia. Que va de cara lo demuestra la gestión de <b>Piqué</b>. Tras ver su actitud y rendimiento durante los últimos 6 meses de la temporada pasada, en junio, le dijo que ya no sería un puntal en su “nuevo” Barça aunque “puede ayudar en otro tipo de rol”.&nbsp;
Tiene en la cabeza el estilo de juego que gusta a la afición culé y está introduciendo sus propios matices. De momento, su equipo es menos tocador y más vertical. Y necesita más control y mayor protagonismo de los interiores pero se nota que está buscando esa combinación perfecta entre la pausa y el vértigo. Es consciente que debe mejorar el sistema defensivo. No quiere encorsetarse en un solo dibujo táctico, prefiere un equipo versátil, con identidad propia, pero con diferentes planes en función de los jugadores que tiene y del rival. En eso tiene ventaja respecto a entrenadores precedentes a los que, a la mínima, se les acusaba de traicionar las esencias de Cruyff. Ha trasladado su ambición y exigencia a todos los estamentos del club hasta conseguir una fantástica plantilla. Conoce perfectamente el difícil entorno del club. Y, como se vio en San Sebastián donde no alineó a ninguno de los capitanes, está dispuesto a romper las jerarquías, olvidarse de la diplomacia y regirse por la meritocracia. Que va de cara lo demuestra la gestión de Piqué. Tras ver su actitud y rendimiento durante los últimos 6 meses de la temporada pasada, en junio, le dijo que ya no sería un puntal en su “nuevo” Barça aunque “puede ayudar en otro tipo de rol”.