La batalla de Morena
Una de las principales preocupaciones frente al proceso electoral de este año es la batalla por el control de San Lázaro, uno de los principales sueños de Morena es contar con la cantidad suficiente de diputados que les permitan alcanzar no solo la aplanadora que da la mayoría relativa, sino también el poder de contar con la mayoría absoluta que le permita realizar modificaciones a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
El reto hoy se antoja difícil por los conflictos internos en el partido de la 4T que han mermado la capacidad de negociar con actores que les permitan alcanzar ese deseo, primero porque se han llenado de aspirantes inconformes que han preferido emigrar a otras fuerzas políticas aduciendo el gandallismo de la cúpula morenista.
Por otro lado, se alcanza a ver un amor más caro por parte de los principales socios de Morena, como el Partido del Trabajo y el Partido Verde, quienes no están dispuestos a ceder tan fácil a los deseos de la dirigencia del Movimiento de Regeneración Nacional y una creciente intención de otros partidos como Movimiento Ciudadano de posicionarse más como una oposición que como un partido afín.
Si a eso le sumamos que existe un panorama fuerte de que la mayoría de los congresos de los estados estarían fuera de tener una mayoría de Morena, salvo donde logren algunas gubernaturas, no les darían los votos necesarios en los estados para modificar la Carta Magna.
Lo mismo sucede en los estados, pues aunque el ADN de Morena es esencialmente el del viejo PRI, aquel de los dedazos, las designaciones y el hambre por los carros completos, le falta un ingrediente que no ha logrado concretar y es aquel básico de la disciplina de los suspirantes quienes entendían el mensaje de la designación esperanzados en que a la siguiente les tocaba, pero eso no existe en Morena y actuaría algo así como una vacuna contra ese ADN.
Prueba de ello es el escenario complicado que ha presentado en la designación de candidatos a las 15 gubernaturas que hoy están en juego y en donde hay más tribus dentro de Morena que partidos de oposición buscando quedarse con las candidaturas.
No estoy queriendo decir con esto que el partido no tiene fuerza para mantener lo que hoy tiene, nada más alejado de la realidad, lo que estoy queriendo decir es que la holgura que hace unos años podía presumir Morena para ganar elecciones no existe ya y la competencia se presenta aún más dura, sobre todo con la creciente corriente de alianzas entre fuerzas antes impensables como el PAN y el PRI que no solo se suman en la boleta sino también en grupos colegiados como la Alianza Federalista.
miguel.puertolas@milenio.com