¿Esperanza?
Arranca el 2021 con muchas esperanzas en lograr revertir la situación que provocó la pandemia de coronavirus en el mundo.
El inicio de la distribución de las diferentes vacunas que se han trabajado en tiempo récord muestra un panorama más optimista, luego de tantas malas noticias para muchos mexicanos, luego de las pérdidas de sus seres queridos.
Los relatos sobre familiares, amigos, compañeros o simplemente conocidos que murieron o que están internados se multiplican todavía.
Las vacunas ya vienen, pero en México los encargados de organizar la campaña no han dado muestras de estar listos para agilizarla. Primero hay que considerar que a pesar del discurso oficial, los biológicos comenzaron a llegar a cuentagotas al territorio nacional. Y todavía un periódico publicó que se suspendió la vacunación por los días festivos.
Viendo los antecedentes que nos han llevado a registrar más de 127 mil fallecimientos en México, decenas de miles más lejos del panorama catastrófico anunciado por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, de 60 mil muertes, la esperanza de muchos parece que mejor se guardó en el congelador.
Ya habíamos dicho que esto va para largo y con el nivel de organización que traen los responsables de combatir la pandemia en nuestro país, debemos apelar a la ciudadanía para cuidarse, usar el cubrebocas, mantener el lavado constante de manos y el uso de gel antibacterial.
Porque tampoco a nivel ciudadanía se ven muchas esperanzas. En redes sociales se repiten a cada rato las fotos de grandes aglomeraciones en puertos turísticos donde se ven personas con cubrebocas y también muchas sin él. O fiestas multitudinarias sin que las autoridades puedan hacer algo.
Muchas personas sienten que es una simple travesura irse de fiesta, pero no es así.
En este proceso de esperar a que nos toque la vacuna, los jóvenes son un factor determinante, ya que muchos se exponen al salir y están contagiando a sus familiares.
Es momento de tener un poco más de paciencia. Es una tragedia que los jóvenes tengan que enfrentar situaciones jamás pensadas, como el confinamiento, las clases en línea, o perder sus trabajos, pero también pueden encontrarse con la muerte de alguno de sus seres queridos.
Todos tenemos obligación de participar en el combate contra el coronavirus. Las autoridades no lo van a hacer solas, entre incompetencias, desinterés o simplemente falta de organización. Ahí le toca a los ciudadanos, como sucedió en los terremotos de la Ciudad de México en 1985 y 2017.
andres.amieva@milenio.com