El enigma argentino
Días atrás, la ex presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner (CFK) sorprendía a los argentinos. La continua expectativa sobre su candidatura presidencial llega a su fin. Será candidata a la Vicepresidencia, respaldando al ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández, un hombre que además, venía trayendo diferencias dentro del peronismo con la ex mandataria.
La intención principal del peronismo kirchnerista es romper el techo de un 30-35% de aprobación e intención de voto que las encuestas han reflejado en los últimos meses a favor de CFK. El otro objetivo, y personalísimo de Cristina, es llegar al poder para evitar la cárcel. El pacto parece claro: la ex presidenta le traspasa ese tercio del electorado a Alberto Fernández a cambio de impunidad. Sin embargo, el efecto inmediato del anuncio no ha generado grandes cambios en la opinión pública argentina. Las encuestas publicadas en el reconocido medio impreso «Clarín» muestran que la distancia general sigue siendo de 10% a favor del peronismo y en contra del actual presidente, Mauricio Macri, quien aspira a su reelección. La nueva fórmula «K» eleva su intención de voto solamente dos puntos porcentuales. La enorme cruz que lleva a cuesta el macrismo es la debacle económica. El propio presidente ha reconocido que no se generó la confianza suficiente entre los inversores extranjeros para apostar en el país. La inflación ha superado el 60%. Adicionalmente, hasta la primera semana de mayo, el peso argentino acumula una pérdida del 16,78%. Todo parece indicar que Macri tendrá que asumir la campaña justificando reiteradamente los números negativos y convencer de que cuatro años más en el poder significará revertir la situación; una tarea nada sencilla.
El último dato interesante es la aprobación e imagen positiva de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, dirigente fiel a la causa de Macri. A pesar de eso, es el único perfil que no registra número negativos. Fuentes cercanas nos aseguran que la gobernadora marca actualmente un 45% de aprobación y lo mismo de rechazo. Estos datos y la clara evidencia de un humor social adverso al primer mandatario nacional, podría ser argumento suficiente para que el macrismo fuerce internamente a su propio padre político a «bajarse del caballo» y le permita a Vidal correr por el oficialismo. La misma fuente nos sentencia: «O da un paso al costado o Fernández y Cristina vuelven al poder. Macri no tiene posibilidad de ganar».
En un país polarizado, con una indecisión que roza el 40% y con cinco meses que nos distancia de la primera vuelta, Argentina podría estar decidiendo entre dos caminos, ambos imperfectos y dolorosos: volver a una economía subsidiada, alivio del bolsillo pero profundamente irresponsable, o bien continuar con un modelo que supone recortes a la economía familiar, pero con la apuesta incierta de una recuperación sólida en el mediano plazo. En cualquiera de los dos casos, la gente decidirá por el menos malo.