Que suene la campana

Al alcalde de Valencia Joan Ribó la vida le dio hace un mes un limón, envenenado, y desde entonces no ha tenido mejor idea que ponerse a hacer limonada como si mañana se acabase el mundo. El vetusto y anticuado sistema de funcionamiento en la EMT sirvió para que unos hackers levantasen cuatro millones de euros destinados inicialmente a que los valencianos tengamos un mejor servicio de autobuses municipales. Dinero que debía servir para éstos sean más modernos y cómodos, y sobre todo para que no tengamos llevar víveres a la parada por la escasa frecuencia con la que pasan las buses. En este tiempo se ha pasado, de no asumir ninguna responsabilidad política, a que Ribó y los suyos, ADN Compromis, hayan decidido pasar al ataque. Como diría Roberto Alcázar «Pedrín, sus y a ellos». En el Pleno de este jueves y estando contra las cuerdas, Ribó salió del rincón al más puro estilo Mike Tyson, repartiendo a dos manos. En primer lugar anunciando una querella contra CaixaBank que tiene pinta nos puede costar a los valencianos un importante montante económico. Pero Ribó salió a lo Tyson, Caixabank se explicó en su contestación a Grezzi a lo «Mohamed Alí», aplicando argumentos directos y contundentes y bailando al concejal de movilidad al recordar su error en el escrito de requerimiento enviado por éste: Hong Kong, entre otras muchas cosas, no es un paraíso fiscal. No se para qué tanto asesor... Pero un golpe mucho más bajo y feo fue escuchar al alcalde de Valencia acusar a la oposición de defender a la única trabajadora despedida tras la estafa por cuestiones de afinidad «ideológicas o religiosas». Es la prueba que demuestra como la defensa del «EMTgate» se ha quedado sin argumentos. Si lo mejor que se lo ocurre al alcalde de una ciudad de un millón de habitantes es atacar por la vía de los derechos fundamentales, la religión lo es, ya lo hemos visto todo. Quizá en la esquina de Ribó alguien debería avisar que este combate acaba de comenzar, y que salir a cambiar golpes con Caixabank, la oposición y la opinión pública puede que no sea la mejor estrategia, cuando además el «tufo» a chapuza y oscurantismo es cada día más amplio. Que suene la campana para el próximo asalto...