Hay caídas que lo cambian todo. Para Cisco García , tenista paralímpico y referente del deporte adaptado en España, un salto en la nieve el 28 de diciembre de 2015 marcó el final de una etapa y el inicio de otra completamente inesperada. Diez años después, ha vuelto al mismo escenario no desde el miedo, sino desde la aceptación, la emoción y la certeza de que aquel golpe fue también el comienzo de una vida plena. Cisco recuerda con absoluta claridad el instante del accidente. Un despiste mínimo, una mirada a una barandilla y la pérdida total del control. Tras permanecer unos diez metros en el aire, la caída fue brutal . El impacto le hizo rebotar con violencia y caer ladera abajo, partiéndose la espalda. El dolor fue inmediato, pero lo peor llegó cuando intentó incorporarse. No podía moverse . Al tocarse las piernas, no sentía nada. Allí, tumbado en la nieve y esperando la llegada del helicóptero, comenzó una de las experiencias más duras de su vida, sin saber aún que ese mismo lugar acabaría teniendo un significado completamente distinto. Aquel momento estuvo marcado por el silencio, el frío y la incertidumbre. Nadie puede prepararse para asumir de golpe que no volverá a caminar . Cisco reconoce que, en ese instante, nadie le dijo que lo que venía después podía ser bueno, ni mucho menos extraordinario. Sin embargo, con el paso del tiempo, el miedo inicial fue transformándose en otra forma de entender la vida, más consciente, más intensa y más conectada con el presente. Diez años después, Cisco ha regresado a la estación de esquí. El reencuentro no fue sencillo. Al subir en una telecabina, volvió a sentir esa incomodidad profunda , esa pregunta interna que le golpeó con fuerza: «¿Qué hago yo aquí? Yo no pertenezco a este sitio. Yo no pinto nada en la nieve ya». Esa misma sensación la había tenido el día anterior al llegar en furgoneta y ver las montañas. El paisaje que durante años había sido su hogar parecía ahora ajeno, incluso hostil. La nieve, que tanto significó en su vida, se le presentaba como un territorio perdido. Todo cambió cuando comenzó a practicar monoesquí . Al principio, el agobio fue evidente. El cuerpo tenso, la mente alerta, el miedo latente. Pero poco a poco algo empezó a desbloquearse. Cisco se relajó, se soltó y volvió a sentir la nieve bajo él. Hubo un momento clave en el que la montaña dejó de ser un lugar extraño y volvió a sentirse como casa. « Sentía la montaña como mi hogar, estaba súper a gusto », confiesa. Una sensación que le llenó de alegría, porque durante muchos años la nieve fue una de las partes más importantes de su vida y descubrir que todavía sigue siéndolo fue profundamente reconfortante. Lejos de quedarse anclado en la caída, Cisco García transformó aquel episodio en un motor de cambio. Encontró en el tenis en silla de ruedas un nuevo camino , una nueva pasión y una forma distinta de competir y superarse. Hoy es uno de los grandes nombres del tenis paralímpico español y un ejemplo de resiliencia dentro y fuera del deporte. No reniega del pasado ni del salto. Al contrario, lo integra como parte de su identidad, de su manera de vivir con intensidad y de asumir las consecuencias de cada decisión. El deportista no idealiza el accidente , pero tampoco lo maldice. Para él, aquel lugar es el punto exacto donde empezó todo lo que vino después. «Ojalá me hubieran dicho cuando estaba tumbado en la nieve esperando el helicóptero que mi vida iba a ser tan increíble como está siendo», reflexiona.