Si tenemos que hablar del
Barça deberíamos pensar, de entrada, en otra semanita de vergüenza ajena, si no fuera por el equipo femenino que nos honra, dignifica el club y, de nuevo, salva los muebles plantándose en la final de la Champions y ganándola con autoridad. La despedida de
Xavi no tiene nombre. Un club puede tomar las decisiones que crea más oportunas pero no puede humillar, de la forma que lo ha hecho, a uno de los iconos históricos del Barça. Y como con
Koeman ocurrió lo mismo y con
Messi, exactamente igual, parece como si la práctica fuera ya una marca de la casa. Siempre con el mismo patrón, mareando la perdiz, diciendo una cosa para acabar haciendo otra. Y si no lo ven, repasen la historia exacta de los tres cracs culés que
Laporta ha echado de malos modos. Al
Barça le cuesta mucho despedir correctamente a sus ídolos. Se ha hecho bien pocas veces y es una mancha en el historial del club. Ignoro si llegaremos a saber los detalles de las diferencias entre
Xavi y
Laporta, que al final es lo que decanta la balanza, pero deberían explicárnoslo muy bien. Por suerte, el femenino mantiene al club a la altura de lo que debería ser siempre y en todos los ámbitos, una potencia mundial y un ejemplo a seguir: buen juego, victorias, humildad, emoción, sintonía con la afición y ejemplo para las que suben. La Liga masculina acaba hoy pero la femenina, no. Que aprovechen el partido en el Johan el 9 de junio ante el
Betis y les hagan un inmenso pasillo de reconocimiento. Lo imagino así: por un lado, todos los jugadores del primer equipo masculino y por otro la junta directiva en pleno. Todos son deudores de estas magníficas deportistas, y si queda una brizna de esperanza en este club, ahora mismo son ellas que lo mantienen.
Seguir leyendo...
