Aguirre, un juez con mucha 'mili'
Un joven acusado de falsear certificados médicos para librarse del servicio militar decide despojarse de sus mocasines mientras un juez lo interroga. Corría 1988 y Joaquín Aguirre acababa de ocupar su plaza como titular del Juzgado de Instrucción 1 de Barcelona . Plaza que aún ostenta, siendo uno de los más veteranos, sino el que más. Descalzarse le valió al individuo una reprimenda del instructor que, sólo unos años más tarde, ordenaría el ingreso en prisión Javier de la Rosa, considerado -entonces- por Jordi Pujol como «empresario ejemplar». La investigación se demoró pero, finalmente, De la Rosa fue condenado a tres años de cárcel por apropiarse de varios millones de la compañía que dirigió hasta 1993, Grand Tibidabo , como se bautizó el caso. Por las manos de Aguirre (Canarias, 1958) han pasado algunos de los más mediáticos de los últimos años. Una cuestión de azar, ya que llegan a su juzgado por reparto. Si algo lo define, coinciden quienes lo conocen, es «que no es rápido en las instrucciones». Pero no puede serlo, porque instruye causas complejas. Investiga ahora la trastienda del 'procés'. Ente sus derivadas, la denominada trama rusa , y es que considera que Carles Puigdemont y miembros de su entorno mantuvieron «estrechas relaciones personales» con el Kremlin, dispuesto a apoyar «económica y militarmente» la independencia de Cataluña. También el caso Negreira , por los pagos millonarios del F. C. Barcelona al exdirigente arbitral José María Enríquez Negreira, que habrían servido, sospechan, tanto el togado como la Fiscalía, para alterar la competición deportiva y conseguir resultados favorables al club azulgrana. Fue a finales de enero, cuando Aguirre decidió prorrogar una de las piezas separadas del caso Voloh, en plena tramitación de la amnistía, y abrió la puerta a investigar al expresidente catalán por alta traición por sus contactos con Moscú. Lo que podría suponer su exclusión del olvido penal. La decisión, auto mediante, coincidió con sus declaraciones sobre esa instrucción en una televisión alemana. Una decisión insólita -que un juez se pronuncie sobre una investigación en curso- que hizo que la defensa de Puigdemont, que ejerce Gonzalo Boye, reclamase su recusación por falta de imparcialidad. La intervención mediática «fue un error», coinciden las fuentes jurídicas consultadas. A pesar de ello, «en su balance pesa más lo positivo que lo negativo», apunta un bregado letrado, que conoce bien al juez. «Tira del hilo del que cree que hay que tirar». A veces, con éxito. Otras, pese a la dilatada instrucción, las causas se saldan con mucho ruido y pocas nueces. Fue lo que ocurrió con el denominado caso Macedonia , una macrocausa por corrupción policial vinculada al narcotráfico que, tras más de 12 años de pesquisas, acabó con un solo policía en el banquillo, finalmente absuelto por la Audiencia de Barcelona. Era agosto de 2009 y el Instituto Armado recibió un 'chivatazo'. Un narco iba a recoger la droga en el maletero de un coche, cerca de la estatua de Colón, al final de las Ramblas. El receptor acabó detenido, y el atestado cuantificó 50 kilos, pero el análisis posterior determinó que 49 de ellos eran azúcar y yeso. «El juez del 1 entró en una convicción personal de que la Guardia Civil había actuado mal, y de que había elementos corruptos en el Cuerpo, por eso pasó la investigación a los Mossos, a la unidad que yo dirigía», apuntó un subinspector durante el juicio. La instrucción de ese sumario llevó al juez, en otra decisión insólita, a registrar, en 2012, la sede de la Policía catalana en Sabadell (Barcelona), lo que generó gran malestar en el Cuerpo. «Él pensó que lo estaban ninguneando», afirma otro abogado que conoce a Aguirre desde que a mediados de los ochenta llegase a los juzgados de distrito de Barcelona. Cuestionado por el caso Macedonia, más allá de las dilaciones indebidas, cabe recordar que la Fiscalía ejerció como acusación. También la Audiencia ha respaldado sus resoluciones sobre Voloh. Y es que, quienes le conocen, aseguran que si algo le define es su persistencia. «Veterano y valiente». Un juez con mucha 'mili'.