Otra pifia más

Bajan muy revueltas las aguas en el Gobierno sanchi-podemita, porque no hay asunto de peso donde no surja el roce, la fricción o la fisura. Ahí tenemos la reducción de penas a violadores y pederastas, con unos cuantos ya 'libres e iguales' andando por las calles. Pero todo por la cerrazón de jueces fachas que no saben aplicar correctamente la legislación de Montero, Rosell y Pam, que ellas saben más que los componentes del Consejo de Estado y del General del Poder Judicial juntos, por eso ocultaron sus dictámenes sobre la ley del 'solo sí es sí'. O el reciente fiasco de la Cumbre Hispano Marroquí, con un presidente hincado de hinojos ante el monarca alauita que le da plantón, un ministro de Exteriores que exige responder a los periodistas 'off the record' y las huestes podemitas denunciando el asombroso –y pernicioso- giro político con los vecinos del sur, que a ver si algún día nos enteramos de qué contenidos sensibles guardaban los teléfonos espiados mediante el programa Pegasus. Hay otro frente abierto que viene de lejos: la Ley de Protección y Bienestar Animal, pendiente de aprobación definitiva, en lo tocante a los perros de pastoreo, guarda y, sobre todo, de caza. El negociado guay de Ione Belarra y Lilith Verstrynge impulsa una normativa ideológica y carente de base científica que está generando una enorme contestación, incluida la de algunos sectores del PSOE. García Page y Fernández Vara no están por la labor de que los podencos de las realas de sus respectivas regiones sean considerados mascotas de familia, como si vivieran en un piso con vistas al Retiro. Por sentido común, biología y cálculo electoral, que mayo está ahí mismo. Es más, ambos han censurado el enfoque urbanita de una ley ajena a la realidad del campo. Tan ajena que, en su paranoia animalista, regula con tal grado de restricciones la tenencia de especies exóticas que pone en peligro un arte milenario como la cetrería. Esta singular tradición de adiestrar rapaces para cazar animales silvestres, que hoy se amplía a otros cometidos como el control de plagas o la presencia en aeropuertos, utiliza aves –halcón, azor, alcotán, gavilán...- criadas en cautividad, es una actividad que se limita. Además, se pretende que cuando vuelen porten dispositivos de localización como GPS –no vaya a invadir un águila de Harris espacio aéreo marroquí, como el globo chino en Estados Unidos, y se arme un zafarrancho-, lo que encarecería notablemente su práctica a los cetreros y halconeros que disfrutan de su afición y cuidan con mimo a sus aves. Un despropósito absoluto frente a una variedad venatoria tan hermosa como desconocida, que fue declarada Bien de Interés Cultural en Castilla y León, en 2011, y es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Otra pifia más de este esperpéntico gabinete de ineptos e ineptas que ni sabe ni escucha.