La guerra que todos perdieron
La lógica última de la disuasión nuclear, monitorizada durante la Guerra Fría por las mejores mentes del mundo, era esta: dado que el uso de un arma tal comportaría con seguridad la mutua destrucción, su posesión por ambos bandos garantizaba, precisamente, que no se utilizaría. Pese a que otras mentes brillantes, como Bertrand Russell, discreparon ruidosamente, esta lógica se demostró acertada porque quienes tomaban las decisiones eran racionales.
La vida interna de un gran partido político es una guerra fría, con marco bipolar, cuando junto al liderazgo orgánico existe otro de facto. No hay enemigos peores que ciertos compañeros del partido, con la excepción quizá de algunas exparejas. El PP era, hasta el jueves, la formación llamada a liderar la alternativa... Ver Más