F.D. Roosevelt y A.M. López Obrador
“Se me quedó en la cabeza” acaba de declarar el Presidente de la República desde su predio en Palenque, frente a la Ganadera Regional, donde doña Manuelita su madre hospedaba en otro tiempo a turistas mochileros que acudían a visitar el impresionante sitio arqueológico de la admirable cultura maya: la civilización que usó el cero matemático en su calendario mil años antes que los europeos (los romanos nunca conocieron el cero; los árabes lo llevaron a Córdoba en 1300).
Andrés Manuel se refería al episodio del New Deal, con el que Franklin Delano Roosevelt salvó en 1933 la economía de mercado norteamericana y rescató a millones de jóvenes de la desocupación y la vagancia poniéndolos a trabajar en beneficio de sus comunidades.
La perseverancia de López Obrador se funda en un amplio y profundo conocimiento de los grandes problemas nacionales, adquirido básicamente en su carrera de Ciencias Políticas con destacados maestros patriotas que tuvo entonces la UNAM en la década de 1970. (Después confirmado en sus intensos recorridos a lo largo y ancho de todo el país).
Por cierto, pocos jaliscienses conocen que el hombre que más influye en los valores éticos del ahora presidente es precisamente un tapatío: Beto Gómez, párroco de Palenque, ejemplar colaborador que fue de don Samuel Ruiz, el llorado padre de los indios de Chiapas.
La referencia es precisamente a los Estados Unidos de América. No las insensateces de los ardidos.
Lo cita Andrés Manuel en uno de sus primeros libros, La Gran Tentación, en las páginas 58 y 59: “Franklin Delano Roosevelt, un gran estadista y uno de los mejores presidentes que ha tenido en toda su historia; cuando llegó a la presidencia, el 4 de marzo de 1933, Estados Unidos padecía una de las peores crisis que ha tenido”.
Sigue diciendo: “Los preceptos básicos de su política fueron, entre otros: construir obras públicas para reanimar el empleo, subsidiar los precios agrícolas para frenar la ruina de los granjeros; unificar y desarrollar las políticas asistenciales para reducir la pobreza; someter las instituciones financieras a un riguroso control político y reglamentar las relaciones entre capital y trabajo, para estimular la producción industrial y mejorar, al mismo tiempo, las condiciones de vida de los trabajadores”.
“Con este programa- dice AMLO en su libro- o Nuevo Pacto (New Deal), Roosevelt frenó los efectos más nocivos de la crisis y, más que nada, generó la esperanza en su pueblo para las transformaciones futuras”.
De seguro, el estudiante Andrés Manuel, discípulo del admirable maestro el poeta tabasqueño Carlos Pellicer, debe haber leído el clásico libro del norteamericano William Manchester: Gloria y Ensueño (The Glory and the Dream) Grijalbo, 1976, 674 pp.
Lección que hoy los grandes dirigentes de Estados Unidos quieren olvidar, para no aceptar que fueron precisamente los excesos y abusos del libre mercado, sobre todo las especulaciones financieras, las que llevaron a la economía del mercado de su país a la peor crisis de su historia: la Gran Depresión, que salpicó al mundo entero bajo la arrogancia del presidente Herbert C. Hoover.
Ahora, en su mensaje de inicio de año desde la Quinta de Palenque recuerda sin recovecos que su estrategia de lograr pleno empleo para los jóvenes y de hacer real su derecho a los estudios universitarios, si así lo deciden, está inspirada en el New Deal de Franklin D. Roosevelt.
Por supuesto, no es sólo un ejemplo externo, aunque muy cercano, lo que ha guiado a aquel estudiante de Ciencias Políticas, que pudo cursar su carrera en la Ciudad de México gracias al internado en la Casa del Estudiante Tabasqueño, a cuyas necesidades siempre estuvo atento don Carlos Pellicer.
Una de las asignaturas centrales era el conocimiento de la Constitución Política de 1917: el verdadero Pacto Nacional, que demolió los latifundios virreinales, liberó a los peones (“cuatro quintas partes”) los hizo ciudadanos y sentó así las bases de la verdadera república.
Ahí aprendió la necesaria rectoría del Estado sobre la economía privada (artículo 27); y los derechos laborales, entre otros el salario mínimo, expresados en el artículo 123. Desde hace 102 años.
P.D. Los mayas de tierras llanas son hoy, en realidad, mestizos bilingües letrados y, en su gran mayoría, con servicios urbanos básicos. Quieren el tren.
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