Valoración de ABCPlay
Lo mejor de la película son, sin duda, ellos, Cooper y Lady Gaga, pero juntos, uno enfrente del otro, que se besan, tocan, miran y se producen seísmos que alcanzan el 8 en la escala de Richter
Oti Rodríguez Marchante
Janet Gaynor y Fredric March, Judy Garland y James Mason, Barbra Streisand y Kris Kristofferson…, y ahora Lady Gaga y Bradley Cooper, que ponen por cuarta vez en la pantalla y en su tiempo (y música) actual una historia que es de cualquier época. Una estrella del rock descubre a una joven con gran talento, se enamora de ella y la ayuda a dar los primeros pasos hacia la cumbre. Qué tiene esta versión de particular y que la haga digna y hasta superior en muchas aspectos a sus predecesoras: la dirige el propio Bradley Cooper, y lo hace con notables recursos técnicos y con enorme sensibilidad y acierto; la protagoniza la también casi debutante Lady Gaga, que desaparece inmensa, natural y bravísima en su composición de su doble personaje de diamante sin pulir y diamante repulido; que tiene una primera hora excepcional, con el encuentro de ellos en un tugurio, lo «naïf» y emocionante de los preámbulos de su escarceo artístico y romántico, la primera y sorprendente subida a escena de Ally (Gaga) que rezuma algo soleado y muy agradable de percibir desde la butaca…
Y lo que no tiene ya de particular este «Ha nacido una estrella» es lo que, lógicamente, cae en lo predecible, el largo deslizarse hacia abajo (la historia es la que es) y el uso de los clichés propios del mundo del rock, lo podrido de la industria y los utensilios (alcohol, sustancias) con los que sus estrellas cavan su propia tumba. Lo mejor de la película son, sin duda, ellos, Cooper y Lady Gaga, pero juntos, uno enfrente del otro, que se besan, tocan, miran y se producen seísmos que alcanzan el 8 en la escala de Richter. Lady Gaga a cara limpia y sin repollos, tiznes y verduras en el atuendo, resulta una sorprendente actriz de vuelo largo. Y tiene tres canciones y varios momentos de tirar de «kleenex».