El Ejército de Nicaragua asegura que no va a reprimir las manifestaciones

Las manifestaciones contra el Gobierno de Daniel Ortega continuaron y se intensificaron este sábado, mientras la Conferencia Episcopal y el Ejército, que se ha distanciado del presidente nicaraguense, han hecho un llamamiento para el diálogo. Duramente reprimidos por la policía, las manifestaciones han causado ha dejado desde que dieron comienzo, hace casi un mes, 51 muertos y más de 400 heridos, según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), informa Afp. La protesta, que comenzó el 18 de abril como respuesta a la reforma de la Seguridad Social, que después fue retirada por el Gobierno de Ortega, denuncia la confiscación del poder por parte del presidente, de 72 años, exlíder de la revolución sandinista (1979) en el poder desde 1979 hasta 1990 y desde 2007. «No vamos a reprimir» a los manifestantes porque «creemos que el diálogo es la solución» para resolver la crisis actual, declaró a AFP el portavoz del Eército, el coronel Manuel Guevara. «Rechazamos la información manipulada que quiere que parezca que queremos reprimir a los manifestantes», agregró. En un comunicado, las Fuerzas Armadas pidieron «poner fin a la violencia»: «Somos las mismas personas en uniforme, estamos trabajando para ellos y, por lo tanto, estamos haciendo un llamamiento para que se ponga fin a la violencia y acciones que nos desestabilizan». El presidente Ortega también había llamado a «poner fin a la muerte y la destrucción», en un mensaje inusualmente corto y preciso, que no tuvo efecto en la Policía Nacional, de la que es su máximo jefe, ni en la población. Las protestas se han extendido a por lo menos ocho departamentos, con bloqueos de carreteras y saqueos de edificios públicos en varias ciudades, incluida la capital. La más violenta desde el viernes se produjo en Masaya (sur) cerca de Managua, donde más de 100 personas resultaron heridas, según la Asociación Nicaragüense para la Protección de los Derechos Humanos (ANPD). Masaya es como «un campo de batalla», dijo a la AFP el sacerdote de la Iglesia de San Miguel, Edwin Roman. Según él, en medio del caos, grupos delictivos incendiaron el Ayuntamiento, el mercado de artesanías y algunas empresas y casas de la ciudad.