¿No hay otros, otras?
Empezó el espacio de tiempo para las campañas políticas de los aspirantes a ser elegidos por el pueblo para ocupar un puesto de servidor público. Este comienzo es decepcionante. Oímos los dichos y son para descalificar al opositor por alguna razón o por alguna suposición. Las propuestas brillan por su ausencia. Proponer lo opuesto a lo que hoy hacen los gobernantes cuyos días de encargo están por acabarse. Por tanto, no son propuestas. Son ataques. Parece ser “la” forma de ganar alguna simpatía: explotando la posible antipatía por los actuales o los adversarios de otra franquicia partidista.
¿Estamos entrando en los últimos días de la democracia? La suposición de que son las elecciones “la” forma de mejorar vida y gobierno de la sociedad, ya casi es una pura idea. En fin. Por ahora no hay de otra.
Una posibilidad práctica es hacer sentir esa decepción a lo largo y ancho del país. Algunos han concebido, en otros tiempos, la manifestación de la decepción similar a la de hoy mediante la anulación del voto, es decir por votar por nadie. Otra forma es abstenerse de votar. El supuesto atrás de esta posibilidad es: Si nadie vota, ningún candidato puede triunfar. La dificultad de esta posibilidad es lo difícil de evitar el voto de los parientes y allegados de los candidatos o candidatas. Pueden ganar con un voto.
Otra forma son las candidaturas independientes. Esas surgen del propósito de competir por un puesto de elección popular y evitar presentarse afiliado a alguno de los partidos desprestigiados. Un candidato así puede apartarse de las promesas y propuestas repetidas y genéricas de los partidos políticos conocidas sobre todo por incumplirlas una vez en el poder.
Puede pensarse también en tomarse el trabajo de construir una franquicia partidista diferente a las actuales. Son, en principio, los partidos nuevos, es decir que se presentan ante la ciudadanía para pedir su voto por primera vez. La necesidad de ganarse un cierto número de adeptos sugiere la posibilidad de proponer un discurso diferente, no sólo opuesto, a los otros partidos. En la experiencia de estos intentos hay un “secreto”: Consultar a los y las conciudadanas sus peticiones concretas a quienes ocupen el gobierno. Es decir, no adivinar, no suponer sino valorar el saber popular y traducirlo en propuestas de actos de gobierno. Nada fácil y mucha sabiduría.
Miguel Bazdresch P.