O sea, ¿que venga a seguir con sus experimentos en el América?
La salida del Piojo Herrera estaba anunciada no sólo desde que las Águilas dejaron de ser aspirantes al título sino porque tuvieron una malísima racha de resultados en 2020. Tal es la realidad del futbol en este país, señoras y señores: la continuidad es un valor que brilla por su ausencia en los equipos de la Liga MX y salvo casos como el del Tuca Ferretti en Tigres –lleva unos diez años allí el señor, algo así como un récord nacional en la era de los torneos cortos, y le ha dado ni más ni menos que otros diez títulos al club, entre Ligas, Copas y Campeonatos— la regla no escrita es que un director técnico tiene que ofrecer provechos inmediatos (por lo menos en aquellos equipos “grandes” que aspiran a llevarse los laureles) porque si no cumple lo ponen de patitas en la calle (así decíamos en mis tiempos cuando a alguien lo echaban de su chamba sin mayores consideraciones).
Y, pues sí, ya no está en Coapa el pintoresco personaje pero ahora las especulaciones giran en torno al tema de su sucesor. En un momento corrió la especie de que Juan Carlos Osorio era el elegido por los altos mandos americanistas y, con perdón, mi cabecita no logró entender la lógica de esa presunta candidatura: el antiguo entrenador de la Suprema Selección Nacional de Patabola de Estados Unidos (Mexicanos) aplicó unas extrañísimas estrategias cuando dirigió a los chavales del Tri y casi me atrevería a afirmar que su descomunal e imperdonable pecado es haber desperdiciado a una brillantísima generación de futbolistas que, de no ser por sus caprichosas disposiciones –los intercambiaba de posición de un partido al otro, no les aseguraba una permanencia en el puesto y los sometía a sus extravagantes experimentos en un ambiente de permanente inestabilidad—, hubieran llegado, ahí sí, más lejos en el pasado Mundial.
En fin, esto ya es historia pero, caramba, ¿ahora le estarían ofreciendo el mismísimo cargo de director técnico en el América? ¿Tan escasos andan los aspirantes? ¿Tan interesados están los directivos en un sujeto con parecida trayectoria? Lo repito: no se entiende.
En estos momentos parece haberse ya disipado el comadreo de que el colombiano ocuparía el banquillo azulcrema y el propio Osorio ha desmentido que se hubieran puesto en contacto con él para negociar su llegada. Pero nos queda de todas maneras la duda de que a alguno de los directivos le hubiera parecido, en efecto, una opción mínimamente viable en su momento.
Y, pues sí, no sobran los talentos. Pero, miren ustedes, ahí está Mario Carrillo. ¿Para qué ir más lejos?