Lo permanente de lo pasajero
Durante todos estos meses de confinamiento, muchas cosas han sucedido.
Entre algunas otras, queda patente que son muchos los cambios que hemos tenido que implementar para una nueva modalidad de vivir.
Los niños y jóvenes tratan de aprender utilizando herramientas que ya existían pero que no eran tan utilizadas para estos fines, el aprendizaje.
Los profesores, por su cuenta, han visto incrementar el esfuerzo para procurar adecuarse este nuevo esquema.
En unos casos el resultado ha sido favorable; en otros, las horas adicionales que se dedican a desarrollar nuevas formas no ha dado los mismos resultados, no obstante que el trabajo se ha incrementado.
Los que hoy atienden de la primaria en adelante, han tenido más oportunidad de comparar el proceso de enseñanza-aprendizaje de antes del confinamiento contra el que es ahora.
Pero los que estaban iniciando su formación preescolar, eventualmente lo hacían en un esquema tradicional con interacción cara a cara, dentro de un aula que hoy, se ha virtualizado.
Si la formación inicial tiene como propósitos desarrollar habilidades personales y sociales, así como la exploración del medio, el pensamiento matemático, el lenguaje, apreciación artística, el desarrollo físico y su salud, muchas de las actividades para afianzar estos aprendizajes quedan en manos de los cuidadores de los niños, que en muchos casos también están laborando para sus empresas.
¿Cómo podremos asegurarnos que estos aprendizajes quedarán incorporados en los niños? ¿Cuál es el mundo que están interiorizando? Anteriormente era, cada vez más, complejo que los niños citadinos comprendieran un mundo natural por estar muy lejos de esa realidad.
Los papás de niños en preescolar, ¿tendrán el tiempo y la consciencia suficiente para asegurarse que esos aprendizajes realmente se den en sus hijos?
Desde hace décadas los papás hemos endosado mucho a la escuela, como si esa entidad fuera la única responsable de la educación y formación de los hijos.
Esta crisis pone de manifiesto la urgencia de que papás y escuela actúen en mancuerna como socios estratégicos y no como patrón-empleado.