¿Dónde están?
“Al buen periodismo le hace falta sociedad que lo acompañe” – Javier Valdez (1967-2017)
Carlos Zatarain es fotoperiodista de Noroeste, en Mazatlán. La noche del 14 de noviembre, fue privado de su libertad junto con otras dos personas de una vivienda. Al día siguiente, tras protestas de colegas y presentar las denuncias correspondientes, volvió. Este esa una historia que se ha repetido en todo el país desde hace más de una década, pero no todas tienen el mismo final.
Desde el año 2000, al menos 135 periodistas han sido víctimas de violencia en el país. En lo que va de 2020, siete comunicadores han sido asesinados: María Elena Ferral (Quinto Poder, Veracruz); Jorge Miguel Armenta Ramos (Medios Obson, Sonora); Pablo Morrugares Parraguirre (PM Noticias, Guerrero); Julio Valdivia (El Mundo de Córdoba, Veracruz); Arturo Alba Medina (Canal 6 Multimedios, Chihuahua); Jesús Alfonso Piñuelas (Shok de la Noticia, Chihuahua), e Israel Vázquez Rangel (El Salamantino, Guanajuato).
Nombres que trascenderán por su trabajo y por alimentar la infame lista que evidencia la incapacidad del gobierno mexicano (este y el anterior, y el anterior, y el anterior) para poner un alto a la ola de violencia que inunda a nuestra sociedad y que ha hecho que Reporteros Sin Fronteras considere a México como el país de América Latina más peligroso para ejercer el periodismo.
Y es que ahora quienes hacen la noticia han pasado a ser protagonista de la página roja, contenido que se ha vuelto tan común que simplemente se da vuelta y seguimos con los Deportes. ¿Pero qué pasa cuando está impresa la fotografía de alguien a quien viste sonreír? Con quien compartiste jornadas intensas de trabajo, anécdotas y conocías. ¿Cómo se da vuelta a la página?
Las desapariciones forzadas, las amenazas, la violencia contra los medios de comunicación se sienten lejanos hasta que tocan la puerta; hasta que recuerdas que es hermano, hijo, sobrino, amigo, así como tú, como yo. Y es entonces que da miedo, indigna, molesta. Pero si fuera tu hermano, sobrino, amigo, el miedo da valor para exigir justicia, la indignación es fuerza para levantar la voz, y la molestia se convierte en una ira inagotable.
¿Cuándo volveremos a tener paz? ¿Cuándo dejaremos de vivir con miedo de salir “armados” con una cámara, una grabadora, un micrófono?
Por mis compañeros periodistas, con los que he tenido el placer de trabajar, con los que colaboro actualmente, por los que admiro, y que hoy pueden seguir escribiendo, publicando y apareciendo a cuadro cumpliendo con su compromiso de informar; por aquellos que ya no están, y por los que todavía buscamos, por todos ellos, me uno a la exigencia por justicia para el centenar de comunicadores a los que quisieron callar, pero cuyas voces se siguen resonando fuerte entre nosotros. Ahora, más que nunca, necesitamos que la sociedad nos acompañe.