La lepra
De todas las enfermedades de antigua referencia se encuentra una cargada de creencias, castigos divinos, consideraciones jurídicas, cruel aislamiento, deformaciones físicas, abandono y despiadada discriminación. Esta enfermedad es la Lepra.
Su nombre procede de la palabra griega lepein que significa “pelar” pues uno de los síntomas más visibles es que la piel se desprende. Los registros más antiguos de la lepra se encontraron en momias egipcias con 2,200 años de antigüedad. La lepra fue satanizada por asociarla al pecado considerándola impura, y reflejo, no solo del cuerpo enfermo con una piel alterada y deformidades, sino también, como expresión del alma enferma que mereció ese castigo.
Con esta carga, en la sociedad medieval el enfermo escuchaba misa por última vez y al finalizar el sacerdote le decía “ahora mueres para el mundo, pero renaces para Dios” se le daban a conocer sus prohibiciones, sus propiedades pasaban a manos de la iglesia o familiares, e incluso podía proceder el divorcio. Se le daba una ropa especial, una campanita para anunciar su paso cerca de la gente y se retiraba a vivir en campo abierto, de hecho era la muerte en vida.
Pasaron muchos años para que a la lepra se le entendiera y estudiara, como finalmente sucedió a finales del siglo XIX con los trabajos del médico noruego Gerhard Hansen quien estaba convencido de que una bacteria era la causante de la Lepra y no una cuestión hereditaria como se consideraba. Como sucede con algunos descubrimientos que van contra las ideas de otros científicos, Hansen no tuvo la debida credibilidad cuando considero que unos cuerpos parecidos a pequeños bastones que encontró en nódulos superficiales de los leprosos eran la causa de esta satanizada enfermedad. La primicia de este descubrimiento intentó adjudicársela el bacteriólogo Alberto Neisser, sin lograrlo y desde entonces a la bacteria causante de la Lepra Mycobacterium leprae que ataca la piel y nervios periféricos se le conoce como “bacilo de Hansen”
Actualmente sabemos que la lepra es poco transmisible y curable mediante un diagnóstico precoz. Los enfermos realizan una vida normal en la comunidad, pero continúa satanizada. Necesitamos comprender que ninguna enfermedad es castigo divino ni producto del pecado, y menos una penitencia, seamos éticos y sensibles a las necesidades de los enfermos y al agradecimiento a quien los atiende.