Hola buenos días!!! Incidencias del día de ayer 30 de septiembre de
En el Grito de Independencia de este año, el señor Presidente homenajeó a una mujer patriota, cuya vida es poco conocida. Ella fue una joven de la sociedad de México, llamada Leona Vicario, proveniente de distinguidas familias capitalinas. Vivía al lado de su tutor, el Lic. Agustín Fernández, un abogado partidario del gobierno español, de familia de la más alta clase de la sociedad mexicana, que se había declarado a favor del gobierno virreinal desde el principio de las luchas por la independencia.
Sin embargo, ella no había permitido que eso ahogara sus sentimientos de patriotismo, mismos sentimientos que compartía con el amor que profesaba a don Andrés Quintana Roo, ilustre yucateco a quien ella conoció y amó cuando él practicaba leyes con su tutor, el Lic. Fernández.
Quintana Roo se vio obligado a refugiarse en el campo insurgente con don Ignacio López Rayón, y desde allí sostenía una activa correspondencia con los insurgentes y con doña Leona. Esta gastó considerables sumas de su capital enviando dinero y obreros al campo insurgente para que fabricasen o compusiesen fusiles para su lucha.
Pero avisada de que los agentes del gobierno virreinal habían interceptado sus cartas, se decidió a salir de la capital acompañada de algunas de sus sirvientas y se ocultó en un pueblo cercano a la Ciudad de México.
Hasta allí acudieron sus parientes a buscarla, rogándole que volviese a su casa, asegurándole que no sufriría ningún perjuicio.
Pero al día siguiente de su regreso a la capital, fue llevada por orden del virrey al colegio de Belem “de las Mochas”, donde quedó cautiva en depósito, con instrucciones severas a la directora de que la joven no debería hablar con nadie. Además, se le abrió un proceso, y desde su inicio la joven contestó con altiva entereza, manifestando que compartía las ideas de independencia, y que ella creía en un México libre.
Mientras tanto, sus partidarios decidieron rescatarla. El 23 de mayo al anochecer, llegaron tres hombres armados a la portería del colegio, reduciendo a sus guardianes. Quedaron dos hombres vigilando la puerta, y el tercero entró al patio interior, donde estaba la habitación de doña Leona. Al ruido se despertaron las monjas, tratando de impedir que se llevaran a la cautiva. Conocían el derecho que la impulsaba, pero temían a la furia del virrey. El teniente Arroyave sacó a doña Leona de su habitación, cruzó el portón y salió a reunirse con sus dos compañeros. Montaron los cuatro a caballo y la escoltaron a una casa donde permaneció oculta, hasta poder asegurar su salida.
El gobierno virreinal mandó confiscar sus bienes, declarándola traidora, pero ella llegó a salvo a Tlalpujahua, a donde la esperaban los insurgentes a quienes ella había ayudado tanto en riesgo de su propia vida y con su fortuna personal. Naturalmente, allí se encontraba don Andrés Quintana Roo, quien esperaba ansioso la llegada de su amada, y ahí mismo contrajeron matrimonio. Los dos unidos continuaron su lucha por nuestra Independencia; al fin lograda, posteriormente, un estado de nuestra República Mexicana fue nombrado Quintana Roo en honor de don Andrés. _