“La montaña y el senderismo me despejan, me desestresan”
De niño, Miguel Ángel Perales Hernández, nacido el 1 de octubre de 1979, aprendió de su abuelo materno, que lo “traía para todos lados”, el amor por la tierra, el campo, el monte, el cerro, y los cuidados que se deben de tener, así como la pesca y la cacería “para comer”, no la deportiva o por “un trofeo”.
Creció junto a sus padres y tres hermanas, menores que él, en la colonia Felipe Carrillo Puerto, en el municipio de Escobedo, “una colonia muy nice del estado”, y fue ahí, a los 17 años, en una de sus caminatas diarias por la avenida Raúl Salinas, que su aventura dio inicio, al inscribirse como voluntario en Protección Civil de Escobedo.
Fue aceptado, gracias a su pasado como salvavidas y maestro de natación, en el grupo Exploradores del Rey, y de ahí la historia comenzó a escribirse, ya como profesional, en Protección Civil de Escobedo, la Cruz Verde de Monterrey, Protección Civil del estado, de San Nicolás de los Garza, de Monterrey, en Cemex, en Sinergia Deportiva, de ahí a García, y en su página actual, director de Protección Civil Nuevo León desde el 27 de mayo del 2019.
¿Estás casado?
Sí. Tengo dos hijos, una niña de nueve años y un niño de cuatro.
¿Cómo eres como papá? ¿Cómo te ha ido?
Les comparto la experiencia, a mi hijo Miguelito, cuando él tenía un año un mes le diagnosticaron leucemia, tenemos tres años atendiéndolo, esa parte me hizo otra persona, otra familia distinta. Recibir una noticia de que un bebé de esa edad va a empezar un tratamiento oncológico es algo muy duro. Y las experiencias que hemos pasado han sido muy complicadas, no se las deseo ni a mi peor enemigo. Mi hijo ha pasado por dos trasplantes de médula ósea, uno de su hermana y otro, el año pasado, mío, y eso creo yo que me cambió la forma de ver la vida, de ver a los hijos, el trabajo, todo. Una situación así primero te derrumba y luego te vas levantando poco a poco. Es muy duro vivir en un hospital, hubo épocas en que me entraba el coraje, la tristeza y pensaba: no puede ser que yo me haya dedicado toda la vida a ayudar y no pueda ayudar a mi hijo.
¿Cuál pondrías como tu rescate o ayuda más significativa, el que más te haya llenado?
Cuando fue el tsunami del 2004 en Asia, nosotros fuimos a Sri Lanka, ahí estuvimos como un mes, nos tocó recorrer toda la zona afectada, para que se den una idea, la ola del tsunami entró de la playa hacia dentro más de un kilómetro, la devastación fue total, el desastre fue muy grave.
Fuera del servicio público, ¿qué es lo que más te apasiona?
La montaña, el excursionismo. Yo como deporte, como entretenimiento, como hobby, lo más para mí es la montaña, el cerro, el senderismo, eso a mí me gusta mucho, por ejercicio y porque me despeja, me desestresa, me desconecta de todo este ritmo muy pesado.
¿Has competido?
Tengo casi cuatro años que no lo hago, pero tenía una tradición de hacer un maratón de montaña que inicia en la cabecera municipal de Santiago y termina en la puerta del parque La Huasteca, un recorrido que calculan de entre 60 y 80 kilómetros.
¿Cuál es tu mejor marca?
Mi mejor marca: 16 horas con 30 minutos.
¿Cuál es tu comida favorita?
Las hamburguesas y la pizza. Y hecho en casa: entomatadas rellenas de queso con aguacate.
¿Bebida?
Coca light.
¿Postre?
Pay de limón.
¿Algún libro especial?
El Alquimista, de Paulo Coelho.
¿Película favorita?
Me gustan mucho las series de zombis.
¿Personaje histórico?
Benito Juárez.
¿Eres masón?
Mis hermanos me reconocen como tal.
¿Te gusta el futbol?
No soy tan fanático, soy Tigre, pero no estoy como que casado con eso.
¿Te has visualizado como abuelo?
Sí, pienso en ello, espero me falte mucho, pero creo voy a ser un abuelo cuentacuentos que cuente muchas historias.
Hasta esta parte de tu vida, ¿cuál es la mejor historia que pudieras contar? La de mi hijo, dar testimonio que cuando quieres algo y lo pides con la fuerza que debes de pedirlo, lo tienes.