Profecía sobre el libro impreso
Pocos meses antes de morir, Eric Hobsbawn (1917-2012) pudo aprobar una recopilación de sus textos titulada Un tiempo de rupturas: sociedad y cultura en el siglo XX (Paidós-Crítica 2013), auténtico testamento intelectual del historiador británico, ampliamente reconocido, entre otras obras, por sus dos tomos de Las revoluciones burguesas.
El autor sostenía que es inapropiado preguntar a un historiador cómo será la cultura en el próximo milenio, pues su especialidad es el pasado, no el futuro y menos de las artes, que en su opinión están experimentando la era más revolucionaria de su larga trayectoria. Pero “como no se puede confiar en los profetas profesionales”, ha hecho una excepción y en el segundo capítulo dedica un espacio al libro impreso.
Sabiéndolo, pues, un atrevimiento, el de Alejandría asegura que el principal medio de difusión de la literatura, el libro impreso, se mantendrá en su puesto sin graves dificultades, salvando solo algunas excepciones, como las grandes obras de referencia, los vocabularios y los diccionarios, esos que llama “los niños mimados de internet”.
Su argumento es que a la hora de leer, no hay nada más práctico y fácil que el pequeño libro de bolsillo, portátil y de impresión clara, comparado con “la impresión” de una computadora o un dispositivo, pues la lectura es incomparablemente más cómoda en el papel que en un texto que parpadea en la pantalla.
Un segundo elemento a destacar es que el papel impreso es hasta la fecha más duradero que los medios tecnológicos más avanzados y Hobsbawn exhibe un billete inapelable: la primera edición de Las desventuras del joven Werther, de Goethe (1774), todavía se puede leer hoy, pero no sucede necesariamente lo mismo con textos informáticos de hace 30 años, ya sea porque tienen una vida limitada o porque la tecnología queda obsoleta.
Historiador en piel de futurólogo (de hecho se sorprende por “las colosales sumas de dinero que gobiernos y empresas gastan en pronósticos”), el autor resume su planteamiento: “El progreso triunfal de los ordenadores no acabará con el libro impreso, igual que no lo consiguieron el cine, la radio, la televisión y otras innovaciones tecnológicas”.
@acvilleda