Legalización de las drogas
En mi colaboración anterior titulada: La agenda bilateral, dije que ojalá la entrevista de los presidentes de México y EUA, sirviera para iniciar conversaciones sobre el narcotráfico, porque el porvenir de México depende de la pacificación y esta es imposible sin la colaboración de ambos países.
Expuse que se podría empezar conviniendo en que el narcotráfico no se resolverá con la criminalización porque la prohibición es el motor de este flagelo. Trataré ahora de dar las razones a este respecto.
La prohibición genera el negocio de las drogas; y trae consigo penalizar la producción, venta y consumo; combatir con las armas a productores y vendedores; y el encarcelamiento, incluso a los consumidores.
Eso ha fracasado. El tráfico, el consumo y la violencia aumentan a pesar de los miles de muertos, desaparecidos y prisioneros. Por lo que son necesarias políticas alternativas.
Lázaro Cárdenas en 1940, último año de su periodo presidencial, a instancias del doctor Leopoldo Salazar Viniegra, instrumentó una política alternativa, progresista, viable y con menos daños humanos y sociales que la criminalización.
Cárdenas promulgó el Reglamento Federal de Toxicomanías, cuya estructura medular era: la eliminación de algunos delitos por venta, posesión y consumo de drogas; considerar a los consumidores como enfermos; y que el Estado tuviera el monopolio de la venta y lo hiciera en dispensarios a precios módicos.
El programa inició con éxito: acabaría el negocio de los traficantes, y los adictos podrían comprar, estrictamente, sus dosis personales de manera segura y controlada.
Sin embargo, duró pocos meses. Lo terminaron la oposición de los EUA y de las farmacéuticas. México trató de llegar a un acuerdo, pero la oposición estadounidense fue definitiva.
Ahora, que están en peligro la seguridad nacional y la vigencia del Estado, es indispensable encontrar una solución bilateral.
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