Juan Pablo II sus claroscuros
A cien años de su nacimiento, México no puede ser indiferente ante el Papa Juan Pablo II (1920-2005) quien tuvo una particular predilección por nuestro país. Sus cinco visitas así lo muestran. El pueblo se le entregó en las diferentes etapas. Como el joven y apuesto “Atleta de Dios” (1979) hasta el anciano patriarca (2002). Se recuerda su despedida: Me voy, pero no me voy.
Resuenan las declaraciones de Mijaíl Gorbachov, líder de la desaparecida URSS, revela: “ahora se puede decir que ninguno de los acontecimientos políticos de Europa del Este habría podido ocurrir jamás sin la actividad política de este papa”. Wojtyla fue determinante en el derrumbe socialista y el fin de la guerra fría.
Karol Wojtyla fue canonizado en 2014 como el último héroe de la fe de un catolicismo que hoy se tambalea. Su carisma fue portentoso, su largo pontificado fue glorioso y en cierto sentido provocó la ilusión de una Iglesia sólida, segura, portadora de orientaciones civilizatorias definitivas. Una Iglesia planetaria y viajera con capacidad de convocatoria, contundencia mediática sustentada en la innegable personalidad de Juan Pablo II. Sin embargo, su pontificado fue conservador, clericalista, autoritario e inhibió el poderoso catolicismo latinoamericano bajo la sospecha de la infiltración marxista.
Juan Pablo restauró con firmeza el mando de la silla de Pedro, afirmó la centralidad de una curia romana corrupta. Impuso disciplinas realineando iniciativas Concilio. El Papa Juan Pablo II preservó la identidad religiosa frente a una realidad secular que demandaba cambios. Mi maestro, Emile Poulat lo definía un Papa Polaco: mesiánico, con vocación popular, ortodoxo doctrinalmente y antimarxista.
Su pontificado está lleno de paradojas. Confirma el Vaticano II sin embargo lo neutraliza. Utilizó las técnicas más modernas de comunicación para manifestar posturas conservadoras. Fue defensor de los derechos humanos, pero rechazó las reivindicaciones de las mujeres y combatió con severidad a los teólogos disidentes. Sus múltiples viajes se decían pastorales, pero en realidad resultan muy políticos. Un Papa intelectual en sus encíclicas de lenguaje inaccesible para las mayorías se presenta ante las masas del Tercer Mundo como un líder con ciertos rasgos populistas que conmueve las emociones de muchedumbres. Un pontífice muy abierto en lo social, sensible ante la pobreza e injusticias, pero reacio a que los laicos católicos asumieran compromisos con los pobres sin la supervisión clerical de la doctrina.
Finalmente, el mayor reproche que los mexicanos le hacemos fue haber solapado la pederastia y protegido al depravado Marcial Maciel y sus corrompidos Legionarios de Cristo.