Balance
2019 fue un año caótico. No exagero: el caos es una buena forma de gobernar sin dar los resultados previstos. Es muestra d ellos nuevos tiempos mundiales donde los gobernantes sembraron las condiciones desde la oposición para crear el caos que no necesita ser controlado. El nombre es lo de menos, la receta es similar: luego de años de decepción pública aumentada a través de la comunicación digital y del descrédito del poder y la prensa, la oposición llegó al poder con una amplia base y credibilidad pero, por desgracia, con una idea distinta o sin herramientas para gobernar.
Todos ellos -Don importar región, idioma o vertiente- justifican su actuar y la tensión relativa a un cambio de modelo y presiones de los que, en el pasado, estaban en el gobierno.
En ese ambiente, los simpatizantes transitan a convertirse en fanáticos y principal línea de defensa de las acciones. Ahí viene el problema: simpatizantes y detractores incendian redes y conversaciones públicas a partir de las declaraciones diarias y de las distintas prácticas que parecieran informativas pero son en realidad estrategias de propaganda. La discusión no logra, en ningún caso, centrarse en resultados en distintos plazos.
Para México, la estrategia nubló los magros resultados y, en cambio, aumentó la incertidumbre del sector más desprotegido de la población que hoy recibe de forma irregular apoyos económicos y que, al recibirlos, ha cambiado su dinámica de vida: el dinero en mano arde.
Las redes no son un medio por persona, pero eso desea el poder. La atomización de audiencias hace que se pierda influencia y referencia. La trampa ha sido mordida por todos y el debilitamiento trae una reconfiguración de voces. A ello, hay que agregar nuevos jugadores que se alinean en los dos bandos y esconden sus intereses como ha sido siempre: dicen ser veraces y creíbles.
2019 fue un año triste. El caos aumentó el decibel en la discusión política pero acalló temas que debían ser lo relevante. El cambio climático se convirtió en rehén de discusiones entre contrarios y convirtió a sus activistas en parte de su circo. Error: la tierra no dará mucho más ante la indolencia y el egoísmo de sus habitantes. Voz de una generación, Greta Thunberg recibió un galardón en forma de portada de revista, pero los entes de poder perdieron la perspectiva: su premio y reconocimiento es ya basura difícil de reciclar.
Las soluciones para detener la contaminación mundial pasan por discusiones económicas dolorosas que afectan a gobiernos y empresarios. La guerra del Litio -poder detrás de teléfonos celulares, tabletas y autos eléctricos- comenzó ya a mover piezas en el ajedrez mundial, algunas que crecieron de manera natural ante la ambición de gobernantes caídos en desgracia.
La próxima semana, sí me permiten, les haré un balance personal de este 2019. Seguro mi sentir no será original y muchos de los lectores pasaron por acontecimientos parecidos o peores.
De eso se trata: 2019 fue un año poco empático, tratemos que sea distinto en sus últimos días.
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