Autojustificaciones
En general deseamos mantener ante los demás una determinada imagen, que piensen que somos de una cierta forma, por lo que hablamos, vestimos y nos comportamos según ciertas pautas que nos permiten mantener esa imagen y el tipo de relaciones que guardamos con los demás. Incluso el más rebelde sigue ciertas pautas para mantener su imagen de rebelde.
Sin embargo el comportamiento que seguimos no siempre corresponde a la imagen que deseamos que los demás vean en nosotros. Querer presentarse ante los demás de un modo determinado no encierra en sí ningún problema. Pero si la imagen que se presenta intencionalmente no concuerda con lo que somos, o al menos con lo que queremos ser, entonces se cae en el vicio de la hipocresía.
La cuestión está en que si algo falla en la presentación de la propia imagen, porque el sujeto realiza una acción que no concuerde con ello, la reacción más común al sentirse descubierto es la autojustificación. Por ejemplo, uno que dice que nunca toma bebidas alcohólicas y es sorprendido bebiendo una cerveza, tenderá a dar una explicación, una excusa que le ayude a "salvar" su imagen, por ejemplo diciendo "no es cerveza, sólo es el envase, estoy bebiendo refresco de manzana".
Deberíamos, como ciudadanos, caer en la cuenta de que este problema fácilmente echa raíces entre los políticos. Un político, sobre todo si ocupa un cargo de elección popular, necesita mantener una imagen que le permita ser apoyado por la gente. Esta necesidad se da más cuando en el sistema político requiere la participación ciudadana. Por ello, cuando el político lleva a cabo una acción percibida como indebida (o en su caso omite una que debería ser la debida) inmediatamente recurre a la autojustificación.
El discernimiento de parte de los ciudadanos no suele ser fácil. Ciertamente un político presentará sus argumentos para justificar sus acciones, pero es necesario distinguir hasta dónde es aceptable una explicación y desde dónde se trata de pretextos, incongruencias y hasta falsedades.
Esto exige de los ciudadanos un cierto nivel de formación y de información. Se requiere una formación cívica y política basada en el respeto a la persona, la solidaridad, el bien común y la paz, como cimientos éticos imprescindibles. A su vez, la necesaria información requiere también su análisis y evaluación, lo que implica lógica y cultura. Cubrir estas necesidades permitirá verdaderamente mejorar el país, dejarlas pendientes es abrir las puertas al populismo.