El templo de Lucifer, ¿lugar de sacrificio de niños, secta o simple lugar de culto?
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En un lugar discreto, en Quindío (Colombia) se esconde un edificio lleno de cruces negras invertidas y esculturas de leones doradas. Es la iglesia luciferiana, la única en el mundo, cuyo acceso está limitado a los miembros de la asociación, un selecto grupo de unas 1.000 personas muy bien seleccionadas y de países como Francia o Alemania. Todos los miembros son gente de fuera para evitar problemas con la comunidad. Cada mes se celebran dos o tres reuniones para hablar, debatir, adorar y rezar a Lucifer. A la entrada, son recibidos por miembros de la organización, que visten un traje que parece un cono morado. Muchos de los invitados deciden llevar un antifaz para no ser reconocidos y preservar su anonimato. A la cabeza está Héctor Londoño, que se autodenomina el enviado de Lucifer a la Tierra y procede de una familia de espiritistas, aunque a él le da igual que te tachen hechicero o curandero.
Londoño fundó la Asociación Asociación Templo Luciferino Semillas de Luz hace cuatro años e inauguró el templo un año después. Desde el primer día ha sufrido amenazas y el acoso de las autoridades. Ahora, en el momento en el que le acusan de hacer rituales y sacrificios de animales y humanos, ha decidido dar la cara
En una entrevista concedida al diario colombiano "El Tiempo", Londoño defiende la legalidad de su creación, niega todas las acusaciones y explica que las actividades que allí se realizan son las que se pueden hacer en cualquier encuentro entre cristianos, aunque en lugar de Dios se adora a Lucifer.