Los chinos no fueron los inventores del «todo a...»
Los chinos «colonizaron» parte del negocio de la restauración en Madrid a mediados de la década de los setenta, cuando aparecieron los primeros restaurantes de cocina asiática. Años después, tras la adquisición de pequeños y medianos locales, instalaron en ellos tiendas y bazares en donde todos los productos que se vendían eran de precio único: 100 pesetas. Pero, aunque ellos se han atribuido la implantación de este tipo de establecimientos, ser los inventores del «Todo a 100», hojeando la historia de Madrid en la memoria del comercio tradicional, nos encontramos con que las tiendas de precio único ya se pusieron en marcha en la capital de España a principios del siglo XX, especialmente entre 1911 y 1927. Se denominaban: tiendas o bazares «Todo a 65 céntimos», y así se anunciaban en los rótulos de sus fachadas. Objetos de regalo, bisutería, quincalla, perfumería, géneros de punto, paños, corbatas, gorras... Una oferta de productos, como decían los castizos, sólo a «dos reales y una perra gorda y otra chica».
En la revista Nuevo Mundo del 1 de junio de 1911, aparecen fotografías de los bazares propiedad de los señores Sallent y Orsolich, donde se ofrece a los clientes gran variedad de objetos a un precio único. «Todo a 65 céntimos», que es el nombre, el eslogan y la promoción de las tiendas abiertas en la calle de Jacometrezo, 34 y en la plaza del Ángel, 1. Esta cadena de establecimientos se fue ampliando, dado el éxito de su ingeniosa oferta, hasta 1914. En la prensa de la época se podía leer la propaganda publicitaria sobre Bazar Orsolich: «Nueva sucursal, “Todo a 65 céntimos”, en la calle de Fuencarral 43, que en unión de las de la plaza del Ángel , 1, calle de la Cruz, 44, y Jacometrezo, 34, forman el conjunto de los renombrados bazares «Todo a 65 céntimos», que tanto éxito han obtenido por la variedad, economía y buen gusto de sus géneros. No hay en Madrid casa que para los artículos de regalo pueda compararse a ellos, por lo cual se los recomendamos a los forasteros que nos visitan».