Un lujo para terminar
Se cerró la Feria de Julio de Valencia con una corrida de toros servida por Luis Algarra, ganadería ya inherente a este ciclo en el que hace unos años echó un encierro extraordinario -que propició la eclosión también de Román- y que desde entonces ha estado presente en el serial de San Jaime y ya , ahora, pedida por las figuras para el cartel estrella del abono, lidiando un conjunto de nota alta en el que destacó el quinto, “Holgado”, número 26, negro y de 565 kilos de peso, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
También es ya consustancial a esta feria y con estos toros Paco Ureña, que se hizo ovacionar con fuerza al recibir de capa a su primero, toro bravo en el caballo y en la muleta. Se dobló con él Ureña en el inicio de faena para ir dejando claro quien mandaba allí, toreando luego con intensidad y compás abierto en una faena breve pero poderosa y sentida que le valió la primera oreja de la tarde.
El sexto fue el más feo del encierro; altón y acarnerado, también fue protestado por su poca fuerza. Descompuesto en banderillas y a su aire en el último tercio, el empeño de Ureña le acabó metiendo en el engaño, aunque le costó seguir la franela. El de Lorca le fue sobando y convenciendo para sacar otra faena que fue todo corazón y entrega y que le acabó valiendo la puerta grande al matar con eficacia.
Se estiró Castella al veroniquear al que abrió plaza, un colorado serio y hermoso que aunque justo de fuerza tuvo voluntad embestidora y acudió a la muleta siempre que se le requirió. Tras un esperanzador inicio de faena con estatuarios que hicieron honor a su nombre, el trasteo del francés se fue difuminando y sin que hubiese conexión entre las partes.
Fue desarmado de salida por el cuarto, que apretó en e
caballo aunque salió suelto las dos veces que acudió. Pero también tuvo fijeza y buscó siempre con ahinco el trapo rojo, sin que Castella acertase a encauzar sus acometidas en un quehacer excesivamente largo -escuchó un aviso antes de ir a por el estoque de verdad- y deslavazado, sin ritmo ni unidad, de series muy cortas y que terminó con su habitual arrimón y toreo de cercanías que acabó ahogando las embestidas del animal
El segundo se rompió una mano en el caballo y se corrió turno, saliendo el que estaba previsto lidiar en quinto lugar, un burraco precioso que peleó con ganas en varas y acudió pronto a la muleta, codicioso y con fijeza, arrastrando el morro por el suelo y sin un mal gesto. Se lució Perera al torear en redondo primero y luego al natural, ligando y sin perder pasos entre muletazo y muletazo, con suavidad y mucha lentitud en sus quehacer. Falló al matar y perdió su premio.
En su segundo turno se enfrentó a un sobrero que se arrancó de lejos las dos veces que acudió al picador, apretando y metiendo los riñones. Volvió Perera a brindar a la concurrencia, firmando otra labor de muy largo metraje -otro aviso antes de entra a matar- y de menos a más, logrando sus mejores momentos en el tramo final y gracias a la larga duración d e un toro que no se rindió ni acusó el fuerte castigo recibido en el primer tercio. Pero volvió a tardar mucho a la hora de la verdad y se tuvo que ir de vacío.
Ficha
Valencia. Cuarta y última de feria. Más de media entrada. Toros de Luis Algarra, el quinto corrido como sobrero, muy bien presentados y de buen juego en conjunto, siendo premiado con la vuelta al ruedo el quinto.
Sebastián Castella, de azul pavo y azabache, pinchazo y estocada (silencio); aviso, media (oreja).
Miguel Ángel Perera, de musgo y oro, pinchazo, aviso, entera baja (ovación); aviso, tres pinchazos, aviso, entera (ovación).
Paco Ureña, de lila y oro, pinchazo y estocada (oreja); entera, (oreja).