Los secretos de las faltas de Messi: doble efecto, cuerpo inclinado, mirada al balón...
El ritual suele ser parecido: Messi pide la pelota, la acaricia y la coloca a su gusto, con la válvula de frente a él. Durante el gesto en el que se estira las medias o se toca los cordones, mira de reojo entre la barrera y observa dónde se coloca el portero para decidir la dirección del lanzamiento. Entonces coge un poco de carrerilla, chuta y lo que para casi todos es algo que sucede de vez en cuando, para él es un hábito: gol. El tiro de falta tiene como dificultades la distancia y que hay que superar un obstáculo en forma de barrera, pero Messi ya ha convertido 39 dianas así con la camiseta del Barça, dos de ellas de una tacada en el partido de la primera vuelta ante el Espanyol, al que recibe hoy en el Camp Nou. Es posible que el argentino no sea titular, ya que arrastra unos problemas en el pubis desde antes de Navidad y lo quieren cuidar para los dos meses que restan de competición. El calendario se aprieta para el conjunto azulgrana, pues la semana que viene tiene dos partidos de Liga muy complicados (como visitante en Villarreal y ante el Atlético en casa) y después llega la ida de cuartos de final de la Champions. En la lista para el derbi, al menos, aparece Leo. Para saber si está en el once hay que esperar. Valverde admitió que ha llegado el momento de las rotaciones.
Ante la asiduidad con la que el «10» barcelonista logra acertar en el difícil arte de las faltas, la pregunta está clara: ¿cómo lo hace? ¿cuál es el secreto de sus tiros libres directos? Y Enrique Navarro, del Laboratorio de Biomecánica Deportiva de la Universidad Politécnica de Madrid (www.biomecanicaupm.es) ofrece a LA RAZÓN algunas de las claves, teniendo como referencia el gol que anotó Leo contra el Betis en la última jornada, antes del parón por los partidos de selecciones.
Hay dos factores a tener en cuenta. Por un lado: la velocidad. «El balón está quieto y el pie tiene que llegar a una velocidad y transmitírsela. Eso puede hacerlo mucha gente, cualquier jugador», explica Navarro. El quid de la cuestión está entonces en el otro factor: el «spin» o efecto, que hay que conseguir sin que se pierda velocidad, porque de lo contrario al portero le da tiempo a llegar. «El impacto debe ser preciso porque si es muy abajo se logra el efecto “backspin” [la pelota gira como una rueda retrocediendo], y eso no nos interesa porque la bola se va alta; vemos que sucede cada fin de semana. Luego está el “topspin”, como en el tenis (la pelota gira como una rueda avanzando), y eso es muy difícil de conseguir», cuenta el experto de la UPM. Messi no usa exactamente estos efectos, lo que hace es darle rosca, pero con un añadido. «Es un malabarista porque logra que el esférico vaya rotando sobre un eje vertical (como una peonza), pero también un poco sobre uno horizontal (como el “topspin”)», descifra Enrique Navarro viendo el vídeo de la última falta ejecutada por el delantero. El resultado de esa mezcla es como un doble efecto: «La pelota gira sobre un eje oblicuo y, por un lado, con eso se consigue la curva, que complica al portero llegar al balón; y por otro hace que el balón suba, pero después baje, por lo que no se va alto».