"Los invisibles": Y todo por un currículum

Dirección: Louis-Julien Petit. Guión: Marion Doussot, Claire Lajeuine. Intérpretes: Fatsah Bouyahmed, Marianne Garcia, Audrey Lamy. Francia, 2018. Duración: 102 minutos. Comedia.

Son «femmes de la rue», mujeres de la calle que han perdido sus trabajos, sus parejas en numerosas ocasiones, que no tienen casa, a las que ni siquiera les llega para pagar una pensión de esas decimonónicas con olor a coles hervidas. Un puñado de ellas acuden cada día con una puntualidad exasperante para quien les abre el portalón a uno de los centros sociales más populares de Francia donde desayunan, almuerzan, donde no pasan ni demasiado frío ni demasiado calor aunque deban abandonarlo cuando llega la noche, el mismo sitio que ahora está a punto de cerrar debido a los recortes presupuestarios del ayuntamiento, lo más parecido a un hogar para muchas. Pero las responsables del mismo, cada una a su manera, intentarán en únicamente los tres meses que les han dado de plazo conseguir que se reintegren en la sociedad, algo complicado cuando no tienes un currículum decente. Pero siempre quedará la salida de inventarlo. O de mentir un poco e, incluso, echar mano a un enchufe, a un pequeño chantaje. Louis-Julien Petit ofrece en «Las invisibles» un puñado de historias marcadas por el infortunio, por la mala suerte o por una decisión que no fue la acertada con una atmósfera tremendamente realista, casi documental, a pesar de que decidiera para bien de la película salpicarla de humor (como en esas escenas donde «entrenan» a una de las protagonistas para que consiga un puesto en una inmobiliaria cuando en realidad en el pasado solo trabajó un día o las de otra capaz de arreglar lo que le pongan por delante) e incluir algún elemento díscolo entre este ramillete de seres humanos que intentan no conformarse y luchar. En el país galés ha supuesto un verdadero bombazo, y no resulta raro imaginar por qué este filme entrañable sin estridencias lacrimógenas ha obtenido tal éxito. Un canto de esperanza en medio de una realidad bastante jodida que consigue, al menos por una vez, que aquellos que parecen transparentes tengan carne, sueños y voz.