Una profesión que no es de este mundo
Se cerró el cupo novilleril de la presente edición del serial fallera y tras el festejo de ayer cabe sacar varias conclusiones: que ser torero es algo muy difícil -siempre se ha dicho que serlo es imposible y llegar a figura es un milagro-, que quienes se dedican a esto están hechos de una pasta especial y que la cantera valenciana sigue funcionando. El trabajo que se realiza desde la Escuela Taurina local -72 funciones organizó el curso pasado para sus alumnos, que se dice pronto...- se está evidenciando positivo y fructífero y los dos novilleros de la tierra que ayer se presentaron en el coso de Monleón dejaron claro que son carne de futuro.
Fue esta tercera entrega del abono de Fallas un espectáculo tan accidentado como emocionante. Dos de los actuantes acabaron en la enfermería, un novillo se rompió una pata, hubo caballos de picar que fueron por el aire... pero también se vio a chavales que quieren ser toreros y que, visto lo visto, pueden serlo a poco que las cosas no se tuerzan.