Roca fuerza la máquina y el triunfo y Ginés le acompaña
La verónica tuvo la hondura morantista. Y el eco que vino después, pasara lo que pasara, también. Eso es el torero de La Puebla. Una composición tan brutal que arranca algo de dentro. Estaba el toro con lo justo, o menos, al paso iba y a esa velocidad, de premio, le sacó el sevillano algunos muletazos de quedarse ronco en el olé. Fueron aislados. Apenas repetía el de Daniel Ruiz. No se sostenía el animal, pero lo bueno fue mucho. A cámara lenta para poder recrearnos, así había ocurrido primero con la capa. Toreo estrella. Vino después la decepción mayúscula, que por repetida se antoja casi una caricatura de la realidad: el monstruo de La Puebla ante un marmolillo que apenas se mueve, desfondado. ¡Cuánto de esto será casualidad!