Aspaym Castilla y León protagoniza el Arriado de Bandera presidido por el General Rivas
Aspaym Castilla y León y su Fundación protagonizaban ayer, a las puertas del Palacio Real de Valladolid, el Arriado Solemne de Bandera. Y lo hacían ante cientos de personas que quisieron acompañar a esta gran familia, en un merecido reconocimiento del Ejército a la labor diaria que, desde hace más de 25 años, lleva a cabo esta entidad en favor de los lesionados medulares y sus familiares.
Un acto en el que también se desarrollaba un emotivo homenaje a Julio Herrero, el que fuera director general de Aspaym Castilla y León desde 1996, fallecido recientemente, de quien la 4ª Subinspección General del Ejército, organizadora del Arriado de Bandera, destacaba su espíritu emprendedor y que haya convertido a Aspaym en referente nacional
Su viuda Henar Alonso y su hijo, Javier Herrero, participaban de este grato reconocimiento doblando la enseña nacional tras el Arriado, que protagonizaba la cabo Ana Espina Espinilla, soldado que era distinguida ayer también por la 4ª Subinspección General del Ejército por su vocación de servicio.
Posteriormente se celebraba el tradicional Toque de Oración en recuerdo de los que dieron su vida por España y la ofrenda floral. En ella, participaban el presidente de honor de Aspaym y diputado, Ignacio Tremiño, y un patrono de la Fundación, Germán Iglesias, acompañando a José Rivas Moriana, General Jefe y Comandante Militar de Valladolid y Palencia.
Los guiones de la Jefatura 4ª Subinspección General del Ejército, miembros de la Unidad de Servicios de Base «El Empecinado», del Regimiento de Caballería «Farnesio» 12, de la Agrupación 61 de Apoyo Logístico y de la Academia de Caballería daban lustre al Arriado desfilandopor las calles de Valladolid. La Unidad de honores estaba formada por una Sección y una Escuadra de gastadores de la AALOG 61 y su Banda de guerra.
Tras el acto militar, ya en el interior del Palacio Real, el general José Rivas Moriana inauguraba la exposición fotográfica de Zacarías Fievet, compuesta de diecisiete obras sobre la naturaleza de los Pirineos. Una sugerente muestra que el comandante invitaba a visitar, y con la que su autor reivindica la trashumancia y el pastoreo así como la paz y la tranquilidad de la vida en la montaña pirenaica, frente a una sociedad que va muy deprisa y que ha perdido valores.