Afinar las mañaneras
Actualmente, López Obrador ha hecho más de 200 conferencias “mañaneras”. Desde diciembre, el contenido de estas conferencias se apoderó por completo de las primeras planas de los periódicos y está eternamente presente en redes sociales. Las famosas y polémicas “mañaneras” brindan certeza a la ciudadanía sobre lo que está ocurriendo dentro del Gobierno y, a mi parecer, aportan más de lo que restan. La idea de una “mañanera” es fructífera, la estructura actual, sin embargo, podría mejorarse.
Es bien sabido para estas alturas que el propósito primordial de las citadas conferencias es informar e incluir lo más posible a la ciudadanía sobre las decisiones tomadas por el poder Ejecutivo. Como ciudadano, considero algo positivo que la mayoría de las decisiones tomadas por el Gobierno se informen de manera consistente. Esta actividad enaltece la democracia y, efectivamente, brinda un nivel más alto de transparencia.
Un grave problema que veo con las conferencias de López Obrador son las acusaciones directas y personales que tiende a hacer. En el momento en el que el Presidente señala a una persona o un grupo específico, esto tiene un gran impacto sobre la población y se convierte en uno de los temas del momento, para bien o para mal. Basta con que López Obrador mencione un nombre y le brinde un atributo para que la población tome una postura y se le coloque en el ojo del huracán. Es por esto que el Presidente tiene una gran responsabilidad de no hacer acusaciones personales sin antes corroborar la totalidad de sus fuentes.
En caso de sí señalar a alguien específico que, a mi parecer, no debería ocurrir en un principio considerando que en lugar de hacer señalamientos nos deberíamos enfocar en soluciones, a estas personas se les debería brindar su derecho de réplica consagrado en el Artículo 6 constitucional. El acusado se debe poder defender frente a la misma audiencia en la misma conferencia que se le vaya a señalar. Esto es algo a considerarse que, sin lugar a dudas, brindará más certeza y enaltecerá la democracia de una manera cotidiana.
Otra cosa que se podría afinar en las conferencias de López Obrador es que se privilegie la calidad sobre la cantidad. Contrario a tener una conferencia mañanera todos los días hábiles, se debería establecer un día a la semana para la misma. En lugar de tener cinco conferencias a la semana, tener una sola haría de la conferencia una mucho más eficiente en la que se discutan meramente los temas más relevantes para el país. Tener una mañanera a la semana haría del evento uno mucho más conciso, sin lugar para divagaciones. La idea de una mañanera es buena, la estructura puede mejorar.