Armada 2019
Desde hace tres décadas, cada cinco o seis años tiene lugar en Ruan (Rouen), la capital de Normandía, en Francia, un festival de grandes navíos llamado Armada.* Este año se celebra la séptima edición, que coincide con el septuagésimo quinto aniversario del desembarco aliado en Normandía y la derrota de la Alemania nazi. Participan en el festival cincuenta embarcaciones de distintas nacionalidades, que van desde réplicas de naves antiguas hasta veleros escuela, y también modernos navíos de guerra y otros barcos excepcionales. El primer día de los festejos (que van del 6 al 16 de junio) la imponente flota llegó, tras navegar 120 kilómetros remontando el río Sena, al importante puerto fluvial de Ruan, “la ciudad de los cien campanarios” donde quemaron a Juana de Arco.
Los ruaneses y los turistas pueden visitar gratis todos los barcos, y además hay diariamente en los muelles conciertos, desfiles, fuegos artificiales y otras actividades. Por supuesto que la mayor atracción son los grandes y preciosos veleros, como El Galeón (así se llama) de España, que es una réplica de los galeones antiguos, o la fragata francesa Hermione, invitada especial de esta edición, que es una réplica del barco de tres mástiles que llevó en 1780 a Lafayette desde Francia a luchar con los insurgentes de Estados Unidos en su guerra de independencia.
No existe en México navegación fluvial por culpa de nuestra geografía, así que para nosotros es difícil imaginar que ciudades de tierra firme como Ruan, o París mismo, sean importantísimos puertos, tanto como los más grandes de las costas. Pese a todo, México está presente en el festival Armada con el maravilloso buque escuela Cuauhtémoc de la marina de guerra, que ha dado varias veces la vuelta al mundo y que causa sensación en todas partes.
El Cuauhtémoc es una reliquia de cuando en este país administrábamos la abundancia: una de las tantas fantasías lopezportillistas hecha realidad. En ese mismo tono de indigenismo ficción del eximio autor de Quetzalcóatl (y casi casi reencarnación de tal deidad), se bautizó Cuauhtémoc a este bergantín-barca construido en los astilleros de Bilbao y botado en 1982. De haber privado la sensatez y la justicia, el barco habría llevado el nombre de Carlos de Sigüenza y Góngora, el mexicano Cosmógrafo Real de la Nueva España, cartógrafo y astrónomo, a quien se deben entre muchísimas otras cosas los primeros mapas del norte del golfo de México, de la bahía de Pensacola y de la desembocadura del Misisipi. No es por faltarle al respeto al joven abuelo tlatoani, pero nada tuvo que ver jamás con el mar ni pudo conocer más embarcaciones que las canoas del lago de Texcoco.
Qué bueno que la Armada cuide tan impecablemente al Cuauhtémoc y lo siga usando; ojalá no caiga bajo el machete del austericidio.
El buque escuela tiene tres mástiles y veintitrés velas (2 328 metros cuadrados de velamen), desplaza 1 800 toneladas, alcanza una velocidad de 18 nudos y transporta 109 personas entre oficiales, maestranzas y tripulación.
