Eduardo Deza Ormeño: Adiós a un maestro del periodismo
El miércoles 1 de mayo, el distinguido cronista Eduardo Deza Ormeño (80) falleció producto de un terrible mal. El hombre que hizo del periodismo un... Enterate más
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El miércoles 1 de mayo, el distinguido cronista Eduardo Deza Ormeño (80) falleció producto de un terrible mal. El hombre que hizo del periodismo un estilo de vida, y fue una pieza fundamental en los diarios La Prensa y Expreso; sorprendió a su familia y amigos con su pronta partida.
Empezó muy joven en La Prensa, como parte de la escuela de don Pedro Beltrán, fue redactor de Locales, cronista parlamentario, jefe de informaciones y director del Suplemento Dominical, hasta 1979.
Entre 1978 y 1979, integró la redacción de Expreso, con licencia de La Prensa. En enero de 1980 hasta diciembre de 1982, estuvo como redactor principal en El Observador. En 1985, fue parte de La Crónica. Por un breve periodo fue colaborador de El Comercio. Hasta que en 1985, regresó a Expreso, donde se convirtió en jefe de la sección Política. En cada puesto que ocupó, hizo gala de su extraordinaria pluma.
Deza Ormeño cubrió momentos históricos, como la captura y muerte de Ernesto ‘Che’ Guevara en Bolivia (1967), el fallecimiento del expresidente boliviano René Barrientos (1969), el retorno del ex mandatario argentino Juan Perón a su país, luego de un largo exilio en España (1972), la asunción de mando del dignatario estadounidense Jimmy Carter (1978), la última etapa de Víctor Raúl Hay de La Torre (1979), la gira de Alberto Fujimori por EE.UU., durante el proceso de reinserción económica (1991), entre otros.
Su impecable trayectoria le hizo acreedor de diferentes condecoraciones, como la Medalla de Honor en el grado de Caballero por el Congreso Nacional (1987), la Medalla al Mérito ‘Andrés Reyes’ en el grado de Gran Oficial del Senado de la República (1987), y la Medalla al Mérito en el grado de Gran Oficial por la Cámara de Diputados (1987).
La noticia de su partida la recibí el último viernes por la noche, cuando estaba en la Sala de Cronistas Parlamentarios, donde Eduardo Deza demostró su pasión por el periodismo. Fue un golpe directo al corazón. Quedé devastado, con un nudo en la garganta y sin saber cómo actuar.
Dante Alva, presidente de la Sala de Cronistas Parlamentarios, quedó pasmado, pues tenía una gran amistad con Deza. Minutos después, desde Estados Unidos, llamó Antonio Camborda, compañero de don Eduardo desde su ingreso a La Prensa, quien recordó a su entrañable dupla.
Don Eduardo Deza Ormeño fue un maestro para mí. En los últimos años me aceptó como un aprendiz, iba a su casa, leíamos, escribíamos, compartíamos libros, escuchábamos boleros y tangos, como los de Carlos Gardel; charlábamos de innumerables temas, como sus aventuras en La Prensa y Expreso, las comisiones que cubrió y algunos proyectos que no concluyó.
Es difícil escribir estas líneas con el corazón en la mano. Gracias a él, aprendí lo valioso, y a veces ingrato, que es el periodismo. Nunca voy a olvidar las conversaciones que teníamos o los consejos que me dio, en especial la frase que sentenciaba cada vez que tenía un vaso en la mano: C’est la vie (Así es la vida). Descanse en paz, maestro.
Por: Juan C. Ángeles Moreno
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