Greta Fernández, el ídolo milenial que deslumbra al cine español
GRETA FERNÁNDEZ (Barcelona, 1995), la actriz lanzada como un meteoro hacia 2020 después de sus recientes éxitos en el cine, aparece a media tarde en el bar del hotel Seventy de su ciudad y nadie gira la cabeza para mirarla. De hecho, yo mismo que la estoy esperando no me doy cuenta de que es ella hasta que está junto a la mesa. Viste un informe chándal aterciopelado de Nike color burdeos y se la ve tan menuda que parece casi una niña. Trato de conciliar esa imagen con la de la actriz inmensa en pantalla de La hija de un ladrón, la reivindicativa intérprete ganadora de la Concha de Plata en el festival de San Sebastián por esa misma película y la chica desenvuelta y segura de sí misma que pasea sin complejos ni tapujos su imagen entre natural, sexy y sofisticada ante 120.000 seguidores en Instagram. Esta tarde muestra una actitud tan relajada que roza la languidez y hasta un punto de aburrimiento. Me da dos besos rutinarios y, más que sentarse, se deja caer desmadejadamente en un sillón. Parece una imposible mezcla de Nadia Comaneci y James Dean femenino. Lo de la Comaneci no es en realidad raro, me digo, no solo por el chándal, sino porque su madre, la escritora Esmeralda Berbel (Badalona, 1961), a la que se parece tanto, fue gimnasta de joven.