Las señales sobre el dólar y la inflación no alcanzan si hay dudas por el rumbo
El tiempo para dar señales a los inversores financieros y a los analistas económicos es cada vez más corto. A medida que se acerca la fecha de las elecciones legislativas, la volatilidad va en aumento y el margen para operar sobre los desequilibrios se vuelve aún más estrecho. Las medidas financieras anunciadas ayer para controlar el drenaje de reservas no tienen la intensidad de los cerrojos aplicados en el pasado. Se parecen más bien a un bisturí que busca reafirmar límites en una operatoria cambiaria que era aprovechada por fondos de inversión, en medio de un clima de incertidumbre. El Ministerio de Economía se dispuso a actuar sobre la montaña de pesos, pero con una eficacia difusa: después de haber superado con éxito la licitación de deuda de ayer, se comprometió a usar el excedente acumulado en octubre para cancelar adelantos transitorios al Banco Central.
La pregunta que se hace el mercado es si estas señales alcanzan para despejar algunas dudas sobre el rumbo que maneja el equipo económico o son apenas gestos que confirman que el margen de maniobra que tienen es tan acotado que todo lo que hagan tendrá sabor a poco.
La respuesta tiene un pie en cada lado. Martín Guzmán, en la presentación que hizo ayer en la Convención anual de la Cámara Argentina de la Construcción, señaló que por un lado intentarán que el Estado siga apuntalando la actividad económica a través de una política expansiva. Pero también reconoció que hace falta reducir el déficit fiscal para que "el sector público dependa menos del endeudamiento fiscal y la emisión monetaria". Como complemento, repitió ante los empresarios que lo escuchaban una frase icónica: sin el Estado no se puede pero con el Estado solo no alcanza. Eso implica, a juicio del funcionario, estimular la inversión privada para conseguir crecimiento económico y mayor empleo.
Para un inversor promedio, las señales que dio el ministro de Economía serían más que aceptables como rumbo de un gobierno, si no fuera por el hecho de que otros integrantes de la coalición oficialista no están del todo alineados con sus preceptos. Ya sabemos que la Vicepresidenta es partidaria de incrementar el déficit fiscal y Guzmán de reducirlo.
El jefe de Hacienda admite el impacto de la emisión en la inflación (de hecho anticipó que septiembre será más alta que el 2,5% de agosto), y por eso avisó que esta semana cancelará otros $ 75.000 millones para bajar su deuda con el BCRA. Lo hizo luego de pedirle $ 150.000 millones para cancelar un vencimiento de deuda, y de que en pocos días el Central tuviera que desprenderse de otros u$s 200 millones. Por eso salieron a cortar uno de los rulos que habilita la salida de fondos y golpea en las reservas. El rumbo no es el problema, sino quiénes lo defienden, quiénes no y qué hace el oficialismo en su conjunto con él.