El titular decía: «Un ruso borracho sobrevive a una caída de 19 pisos: parecía muy feliz, incluso cantaba». El protagonista de esta historia dejó destrozada la carrocería del Nissan que le sirvió para amortiguar el golpe. Ya estoy viendo a Arthur bajando sin ascensor, riendo y cantando 'Kalinka' al pasar por el piso 14, 'Kazachok' al hacerlo por el 9, 'Katiusha' al superar el 5 y 'Trololo' al dejar atrás el 2, dirigiéndose hacia una muerte segura ante la mirada horrorizada del resto de vecinos. Cuando lo leí me pareció la metáfora perfecta para definir el estado de excitación y alborozo incontenibles con que la gran mayoría de aficionados culés han recibido la noticia del pago al vicepresidente de los...
Ver Más