La derrota de España ante Escocia vuelve a golpear con dureza en el ánimo de la afición española, a quien la ilusión por el nuevo ciclo apenas le ha durado un suspiro. Si algo pone en evidencia el partido de Glasgow es la escasez de recursos de esta selección española, que sigue muy lejos de parecerse a la del lustro dorado en el que conquistó el mundo. Se mira a Luis de la Fuente como máximo responsable, metido el nuevo seleccionador en un buen lío no tanto por la clasificación para la Eurocopa, que no tendría por qué peligrar, sino por la sensación de haber empeorado un grupo que ya estaba en horas bajas. Se acusa al riojano de haber construido un equipo vulgar y reactivo en el que, lejos de lo prometido, sigue sin haber alternativas para cuando las cosas se tuercen, carente de figuras de primer nivel y sin un líder definido, como ocurre en las selecciones que mandan en el panorama actual y alcanzan finales. Esto es lo que hay, podría defenderse el nuevo seleccionador, pero no le vale. Hoy es el máximo señalado, por encima de unos jugadores que tampoco se libran del suspenso. Se sospecha en primer lugar del once con el que se presentó en Hampden Park, con ocho cambios respecto al de su estreno. Solo salvó a Kepa y al doble pivote formado por Rodri y Mikel Merino . Cabe preguntarse si semejante revolución vino provocada por el desgaste ante Noruega o fue una decisión meramente deportiva. De la Fuente varió la defensa al completo, lo que muchos advirtieron como una temeridad. Más allá de los nombres, y de los errores de Pedro Porro y Carvajal que costaron los goles, se repitieron errores de colocación graves, como en la jugada de Ryan Christie poco después del primer gol, en el que los zagueros de España recularon hasta abrirle un pasillo franco hasta la portería de Kepa. Solo el mal disparo del escocés evitó la catástrofe. Noticias Relacionadas estandar No Fútbol De la Fuente: «No me muevo ni un centímetro de la idea» Javier Asprón estandar No Fútbol España tiene un agujero en la derecha Javier Asprón Hubo más fallos, muchos de ellos provocados por la falta de control en el juego. España solo empezó a carburar al verse por detrás en el marcador. Le tocó a Ceballos tirar del carro, muchas veces bajando hasta las posiciones de los centrales para iniciar desde ahí las jugadas. Fueron los mejores minutos de España, volcada entonces en enviar balones a Joselu, que llegó a enviar un cabezazo al larguero. El delantero del Espanyol, que maquilló el resultado ante Noruega con su aparición estelar, fue quien más cerca estuvo del gol. Pero se echó en falta más colmillo. Ceballos, titular por primera vez con España desde octubre de 2020, se desinfló pronto, y el segundo tanto escocés terminó por rematar las pocas esperanzas de los jugadores españoles. Llegaron los nervios y las prisas, y De la Fuente no encontró el modo de poner pausa al atribulado juego de España, y confiando en que un toque de genialidad de Aspas o Nico Williams cambiase el rumbo del encuentro. No fue así, ya se sabe. España no supo aprovechar la segunda parte para, al menos, meter algo de miedo a los escoceses. Al contrario, fueron ellos los engullidos por el fenomenal ambiente de Hampden Park. Como ocurrió en el Mundial ante Japón o Marruecos, rivales teóricamente inferiores, España jamás pudo imponer su mayor jerarquía. Y se regresa a lo mismo. A la ausencia de un líder real, tangible, reconocido tanto por los compañeros como por los aficionados. No existe esa figura ahora mismo. No les alcanza a Morata, Rodri y Oyarzabal , capitanes de un grupo aún con pocas internacionalidades a sus espaldas. Cabe preguntarse también si existe esa figura ahora mismo en el fútbol español. Pero mientras no llegue, España dará la sensación de empequeñecerse a la mínima dificultad. De los visto en estos dos primeros partidos con De la Fuente, la selección no estuvo cómoda ni con el viento a favor (Noruega) ni cuando hubo que remar a contracorriente. En la primera se dejó quitar el balón cuando los nórdicos buscaban el empate, algo impensable con Luis Enrique . En la segunda, cayeron en errores similares a los de antaño. La bombilla no termina de iluminarse. Orgulloso de los suyos Bien está pagando De la Fuente este primer contratiempo. Las redes son inmisericordes con el desempeño del equipo nacional, y hacia él apuntan casi todas las miradas. Preocupa también su falta de autocrítica, pues tras la derrota se mostró contento y orgulloso de la actitud de sus jugadores: «Me quedo con la sensación de tener las ideas que hemos trabajado muy claras. Hemos sembrado, y la semilla es importante. No nos ha dado para ganar porque nos ha faltado el gol». Como el príncipe Segismundo, quizá el principal delito de Luis de la Fuente sea el de haber «nacido», el de ocupar un lugar que muchos consideran que no le corresponde por méritos. Para muchos no dejaba de ser un parche, un hombre de la Federación sin el bagaje suficiente como para aportar nada de interés a la absoluta, por más que sus éxitos con las categorías inferiores le confieran, al menos, el beneficio de la duda. Al personal le ponían más otros nombres, a los que seguramente no se les hubiese 'matado' tan pronto por un resultado adverso. En ese aspecto, De la Fuente es un blanco fácil. El varapalo, por cierto, se ha asumido con tranquilidad en Las Rozas. Un tropiezo, sin más. O un pecado de juventud, mucho más venial que los expuestos con anterioridad. De la Fuente afrontó su estreno con apenas cinco entrenamientos con sus pupilos y se ve como normal que el engranaje no sea perfecto. También pide clemencia una leyenda de la selección como Íker Casillas , quien no entiende el vapuleo al técnico riojano: «El sábado España era la leche. Íbamos a ganar la cuarta Eurocopa. Nadie se acordaba de Luis Enrique. Hoy el seleccionador es una ruina. España, un desastre. No se clasifican para la Euro. Y acabamos de empezar...». Un discurso similar al que se le pudo escuchar a Rodri en la zona mixta de Hampden: «No empecemos con las dudas, por favor. Estamos trabajando». Pues eso, como en los edificios en construcción España ha puesto el cartel de 'en obras'. Lo malo es que los accidentes se pagan caro. Y España, que no volverá a reunirse hasta junio para jugarse el título de la Nations League, lo tiene complicado para reconducirse con velocidad. Los pecados Demasiados cambios Las ocho novedades en el once respecto al partido ante Noruega parecieron demasiadas, sobre todo en defensa, donde el relevo fue completo hasta el descanso. Se echó en falta más continuidad, y España lo pagó con un inicio flojísimo que resultó demoledor. Ausencia de autocrítica No la hubo en absoluto. Ni en los jugadores ni en el seleccionador. Es cierto que España tuvo ocasiones, faltaría más. Pero en el global del partido no dejó mejor imagen que los escoceses. España vuelve a caer en la autocomplacencia. No hay líder O al menos, no con el ascendente necesario como para tirar del carro cuando vienen mal dadas. Se vio a Ceballos intentarlo, pero no hay una figura dentro del campo que destaque como referente. De la Fuente no ha sabido encontrarlo. Falta de carácter En el Mundial se vio claramente en la derrota ante Japón. Y frente a Escocia fue un poco más de lo mismo. A esta España le sigue faltando colmillo para plantar cara a equipos que entregan el doscientos por cien en cada acción del encuentro. Ni a favor ni en contra A España se le vio sufrir ante Noruega justo después de marcar Dani Olmo el primer gol de la era De la Fuente. No supo quedarse con la pelota y permitió a los nórdicos llegar con peligro a la meta de Kepa. En Glasgow, en la situación opuesta, también adoleció de falta de reacción, más evidente tras el 2-0 al inicio de la segunda mitad.
