Messi contra todo el aburrimiento del mundo
Pero aunque Messi es Messi y Ansu promete, la mantequilla también es la mantequilla y Kiko Olivas, de rebote como Lenglet, y gracias a un cierto fallo de Ter Stegen en el rechace, empató el partido. El folclore de los de siempre volvió a supurar como siempre en el minuto 17:14, más testimonial que nunca, por la pobre entrada en el estadio y porque los que se lo pasan mejor -y es el caso- quejándose que consiguiendo lo que se supone que quieren, acaban convertidos en una parodia de sí mismos. Una vulgaridad de fondo conectaba el césped con la grada. Serio trabajo defensivo del Valladolid y el Barcelona se aburría a sí mismo. Sólo Ansu parecía contento pero ninguna jugada acababa de salirle como él quería.
Valverde cada día se parece más a un empleado de los servicios funerarios, concretamente al tipo que va a buscar a los familiares a la sala de vela para acompañarlos a la capilla. Es esa cara ensayada de tristeza automática.
Messi, que no es un jugador sino un estado del espíritu, despertó del letargo y le regaló una deliciosa asistencia a Arturo Vidal, que leyó perfectamente la jugada y de un toque delicado y elegante consiguió el segundo gol de su equipo. Y para dejar claro el espíritu, y el estado, y sin solución de continuidad, Messi de falta, con una rosca perfecta, marcó el tercero. Messi, sí, el ídolo de un Camp Nou que parece no entender que en el contrato del jugador argentino figura una cláusula que le permite marcharse, y gratis, si Cataluña llega a independizarse. Hay que saber qué gritamos.
No fue gol pero el caño de Messi con el exterior fue una de esas genialidades que no sólo explican a un jugador, sino una era. En 5 minutos este chico demostró que la jerarquía es más importante que hasta el amor. Con un Barça sin alma y un Messi sin límites -segundo caño incluido, esta vez a Sergi Guardiola- llegamos al descanso.
La grada de animación, con unos cánticos guturales y francamente poco elaborados nos recordaba que los que le encontramos poesía al mundo del fútbol es porque nos tomamos muy en serio el trabajo de buscarla. En un momento entre el minuto 53 y el 54 me pareció que mi mandíbula lograba abrirse un par de centímetros más de lo que jamás lo había hecho para poder asumir el tremendo bostezo que se le vino encima. La grada de animación pidió en uno de sus cánticos la dimisión del consejero de Interior, Miquel Buch, sin que el resto de la afición secundara tal demanda. En el 60, Rakitic entró por De Jong y en el 62, Ansu Fati se fue ovacionado y entró Griezmann. Algunos desde el Gol Norte le recibieron a gritos de «comisión, comisión», en referencia al presunto reparto de comisiones entre personas cercanas a Bartomeu que su fichaje generó. La mediocridad y el hastío olían incluso peor que las lamentables salchichas Oscar Mayer que se han hecho con la concesión de los frankfurts en el Camp Nou. Creo que no me aburría tanto desde que tuve que estudiar Ciencias Naturales.
En el 75 Messi volvió a comparecer para marcar el 4 de un buen control y un potente disparo. También Messi al cabo de un par de minutos le regaló el quinto a Suárez. Sergi Roberto entró entonces por Alba. El Valladolid intentaba algo, pero tarde y mal. El espejismo del marcador no puede disimular que tal vez vivimos la noche de fútbol más aburrida que jamás haya vivido el Camp Nou.