Quería ser el mecánico de su hermano, pero Álex vuela solo. Tiene como apellido un Márquez que pesa, pero que hoy, segundo en la clasificación de Moto2, es más liviano. Ni quiere deshacerse de él, ni aprovecharse. Quiere vencer y convencer con él a cuestas. Está en el camino. Encadena victorias, y mira hacia el liderato, con MotoGP en el horizonte, con la cautela de la saga familiar, pero con ambición propia.
Es su quinta temporada en Moto2 y ha pasado por todo: decimocuarto en el año de su estreno, 2015; cuatro caídas en las cinco primeras carreras en 2016; por fin luces en 2017: alegrías en Jerez, Cataluña y Japón, y tres podios (Italia, República Checa y Austria) como regalos a su perseverancia. Buena dinámica que continuó en 2018: segundo en Austin y Francia, y tercero en Qatar, Cataluña, Países Bajos y Valencia. En 2019, la consagración de su madurez: podio en Qatar y Austin, lección de sacrificio en Jerez (Remy Gardner lo tiró en la primera vuelta y salió con una moto reconstruida en tiempo récord para sumar vueltas) y rotas las cadenas de la mala suerte y los problemas técnicos en Le Mans y Mugello. Dos victorias de carácter y superioridad para alimentar el depósito de combustible.
«Era la llegada soñada. Contento por haberle dado la vuelta al inicio de temporada que no había salido. Es fruto del trabajo de la pretemporada», explica el protagonista en una breve conversación con ABC. «El ambiente, el compañerismo, los cambios en el equipo -con Joan Olivé como jefe técnico, entre otros- han hecho que esté más tranquilo y me han hecho madurar mentalmente. Estamos en conjunto remando en la misma dirección y no cada uno en la suya».
No ganaba desde Japón 2017, una barbaridad en un deporte que ofrece el premio de los títulos y también de los ascensos. Emilio Alzamora, mánager, mentor y custodio, que salía ayer del garaje del ilerdense minutos después de la sesión de entrenamientos, comenzó a tentar posibilidades. Pramac Ducati tiene en vilo el contrato de Jack Miller, y podría ser una opción. O también aguantar un año más en Moto2 y pelear un sillín para 2021, año de las renovaciones. Ante todo, Márquez prefiere mostrar la cautela que le enseñaron en casa y que ha aprendido de su hermano. Tan volátil el mundo del motociclismo que una sonrisa hoy es frustración mañana. «La base que tenemos es muy buena, pero esto es muy largo. Ganar te da ese click de entender que puedes hacerlo. Espero aprovechar estas rachas y ser constantes cuando lo tenemos todo porque seguro que hay bajones durante un año. Cuando hay buena dinámica hay que aprovecharla».
El cansancio reflejado en el rostro tras los entrenamientos confirma que tiene ganas, cuerpo y ambición para seguir en lo más alto y más allá. A paciencia, perseverancia y esfuerzo pocos le ganan. Es un Márquez, Álex.