Los últimos derrumbes llevan a los arquitectos a pedir al Gobierno endurecer la legislación
- Edificios antiguos y controles inexistentes durante décadas
- La comparación con la ITV del coche
- El caso de Hileras, un accidente no generalizable
- Ayudas públicas más allá del ahorro energético
El decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, Sigfrido Herráez, descarta que exista una oleada de colapsos en la capital, pero considera que estos episodios evidencian la necesidad de endurecer la legislación y reforzar las inspecciones técnicas para evitar que problemas aparentemente menores deriven en situaciones de riesgo.
El accidente de Hileras dejó cuatro víctimas mortales —Dambéle, Alfa, Jorge y Laura—, una de ellas arquitecta, y estuvo a punto de convertirse en una tragedia aún mayor.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, llegó a reconocer que solo se desplomó una parte del forjado del último piso y que, de haber colapsado toda la superficie, las posibilidades de encontrar supervivientes habrían sido mínimas. En el momento del siniestro había unas 40 personas dentro del inmueble.
Edificios antiguos y controles inexistentes durante décadas
Herráez subraya que Madrid no registra hoy más derrumbes que en el pasado, pese a que la actividad constructiva es más intensa que nunca.
A su juicio, los colapsos que generan alarma social se concentran casi siempre en edificios antiguos, levantados en épocas en las que no existía ningún sistema de control sobre la edificación ya construida.
“Hace solo 30 años no se realizaban inspecciones técnicas periódicas”, recuerda, en referencia a la Inspección Técnica de Edificios (ITE), obligatoria ahora cada diez años en la capital y extendida después al resto de España.
Ese control supuso un avance significativo, pero no garantiza por sí solo la detección de todos los riesgos. La ITE se basa en comprobar una serie de elementos visibles —fachadas, balcones, bajantes exteriores o grietas aparentes— que permiten valorar el estado general del inmueble.
Sin embargo, el decano plantea si ese sistema es suficiente o si debería revisarse para incorporar análisis más exhaustivos.
La comparación con la ITV del coche
Para explicar su planteamiento, Herráez recurre a una comparación clara: la ITV de los vehículos. Durante años, esos controles fueron mínimos, pero con el tiempo se endurecieron para mejorar la seguridad.
“En los edificios tendría que pasar algo parecido”, sostiene. Endurecer la inspección técnica implicaría dedicar más tiempo a las revisiones y, en determinados casos, realizar pruebas más profundas que permitan detectar problemas estructurales que no siempre se aprecian a simple vista.
El propio decano admite que un mayor nivel de exigencia tendría un impacto económico. “El ciudadano quiere pagar lo menos posible”, señala, una actitud que lleva a muchos vecinos a retrasar reparaciones necesarias.
El riesgo, advierte, es que una grieta leve hoy puede convertirse dentro de diez años en un problema estructural grave y peligroso.
El caso de Hileras, un accidente no generalizable
Sobre el derrumbe de la calle Hileras, Herráez evita extraer conclusiones generales. En su opinión, todo apunta a una carga puntual mal calculada, posiblemente relacionada con la acumulación de material de obra, y no al estado global del edificio ni a un fallo del proyecto. “No se pueden tratar estos accidentes como algo generalizable”, insiste.
Esa prudencia coincide con la expresada por el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, que han pedido esperar a los resultados de la investigación judicial.
El Juzgado de Instrucción número 43 de Madrid analiza los hechos como un accidente laboral, mientras que desde el Gobierno regional se insiste en que la acumulación de material es una hipótesis, pero no la única.
Ayudas públicas más allá del ahorro energético
Más allá del debate técnico, los arquitectos ponen el foco en la necesidad de reforzar las ayudas públicas. Herráez reconoce que en los últimos años se han movilizado fondos, especialmente los europeos Next Generation, pero lamenta que se hayan centrado casi exclusivamente en la eficiencia energética.
A su juicio, ese esfuerzo debería mantenerse y ampliarse para cubrir también la rehabilitación estructural de los edificios.
Cuando aparecen grietas, asentamientos del terreno u otros problemas de estabilidad, sostiene, deberían existir líneas de subvenciones específicas que faciliten la intervención temprana.
Sin ese apoyo, muchos propietarios retrasan las obras por su elevado coste, lo que incrementa el riesgo con el paso del tiempo.
